El coronel jefe del Regimiento de Ingenieros nº8 recogió ayer la Medalla de Oro de la ciudad en nombre de estos militares.
El coronel jefe José Antonio Jarne aseguró ayer que era un honor recoger la Medalla de Oro de la Ciudad de Melilla en nombre de todos los ingenieros que desde la llegada de Pedro de Estopiñán han colaborado con los melillenses. Destacó que este galardón no sólo era un reconocimiento del trabajo del Regimiento de Ingenieros número ocho, sino que pertenecía también a todos los militares que han ayudado a construir las defensas de la ciudad a lo largo de más de 500 años.
Jarne explicó que en este más de medio siglo los ingenieros han dejado su huella en Melilla en forma de fortificaciones, edificios y estructuras. Señaló que este grupo militar estuvo al servicio de los melillenses, aportando su granito de arena, cuando sufrió alguna catástrofe. “Nosotros hicimos las infraestructuras, pero fueron los melillenses los que les dieron la vida”, afirmó.
Jarne indicó que son las personas las que defienden las murallas pues “solas no son más que piedras”. Resaltó que fueron las decenas de “heróicos corazones melillenses” los que supieron proteger cada una de las murallas y edificios que los ingenieros construyeron en la ciudad. Afirmó que “fue una vigorosa sociedad civil la que supo adelantarse a tu tiempo creando una ciudad moderna”.
El coronel del Regimiento de Ingenieros señaló en su discurso que estos militares colaboraron con el resto de unidades de la Comandancia General de Melilla siempre que la población les ha necesitado, como cuando se produjo el accidente de avión que tuvo lugar en el cabo Tres Forcas. Sin embargo, afirmó que fue “un grano de arena” lo que aportó este regimiento, pues fueron los melillenses con su “generosidad y solidaridad” los que superaron todas las adversidades. Por este motivo, Jarne aseveró que esta Medalla de Oro era también de “los melillenses porque dieron vida a esas piedras”.
El jefe de este regimiento no tuvo más que palabras de agradecimiento para los presentes. Aseguró que Melilla tiene una sociedad “entrañable y generosa”. Indicó que los melillenses son capaces de hacer sentir a los ingenieros que proceden de todas partes de España que están en su casa. Destacó que esta sociedad acoge a todos los que llegan a esta tierra.
Jarne aseveró que el Regimiento de Ingenieros estará siempre dispuesto a ayudar a los melillenses. Deseó que ciudad siga progresando para hacer de Melilla una localidad “envidiable”.
También agradeció a la Hermandad de Veteranos de Ingenieros, y sobre todo a la labor de su presidente, José Ventura Rizo, que propusiera a este regimiento para ser condecorado con la Medalla de Oro de Melilla.
Por otro lado, el presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, destacó la importante labor que han tenido los ingenieros militares en la construcción de Melilla. Desde los primeros que llegaron con Pedro de Estopiñán a los que redactaron el gran plan de urbanismo que se diseñó en 1906, Imbroda resaltó la aportación de este grupo de militares para fortificar la ciudad, transformar su calles, construir hospitales, almacenes y polvorines.
Ejército solidario
El presidente de Melilla hizo hincapié en la ayuda que han prestado los ingenieros militares más allá de la defensa de las líneas españolas en las contiendas bélicas y en la construcción de fortificaciones.
Señaló la participación de este regimiento en la instalación y mantenimiento de la alambrada en el perímetro melillense que más tarde dio lugar a la actual valla. También recordó “su activa y eficaz ayuda” durante las inundaciones provocadas por la gota fría en febrero de 1985 o en la rotura del depósito de Cabrerizas de 1997.
“Son algunos casos, pero en todos las unidades de ingenieros han colaborado y auxiliado en lo que fuera necesario a esta ciudad, estrechando más si cabe, la fuerte unidad de la ciudadanía y este cuerpo militar ya existente desde hace siglos”, concluyó el presidente de Melilla.