HACE unas semanas Antonio Gutiérrez, diputado por Melilla en el Congreso y colaborador habitual de El Faro, lamentaba en varios de sus escritos publicados en este periódico el bajo nivel intelectual que habitualmente caracteriza a los debates que se desarrollan en el ciberespacio. Todos estos artículos llevaban por título ‘Los verduguillos del Twitter’, un asunto al que ha dedicado, al menos, cuatro capítulos.
Ayer, los asiduos a las redes sociales pudieron comprobar cuán acertado estaba nuestro diputado. Desgraciadamente, el tema del debate no era un asunto banal. Discutían algunos de nuestros representantes políticos locales sobre la ‘Operación Ópera’, una intervención judicial que ha generado inquietud y preocupación en la mayoría de los melillenses.
El escenario no podía ser más inapropiado para la reflexión ni para la crítica argumentada. Sin reglas, sin moderador y, a veces, sin educación, la discusión sólo sirvió para poco más que intercambiar reproches en enfrentamientos entre conocidos políticos o entre éstos y desconocidos que ocultaban su identidad tras perfiles falsos. Los intentos de exponer de manera sosegada la posición particular ante este asunto cosecharon los más sonoros fracasos.
Tal vez muchos de nuestros representantes públicos sintieron ayer la necesidad de dar explicaciones a los ciudadanos, pero el escenario elegido para hacerlo no pudo ser más desacertado. Desde luego, las redes sociales están desmostrando que no permiten la exposición y la argumentación que sí es posible realizar ante los medios de comunicación para hacer llegar los mensajes a la ciudadanía. Ni ofrecen la posibilidad de confrontrar ideas, de argumentar críticas o de proponer alternativas como es posible realizar en la Asamblea, el escenario natural para el debate político de nuestros representantes públicos.
Desgraciadamente, ayer no ocurrió ni una cosa ni la otra. Sólo fue posible asistir a un ‘ciber-rifirrafe’ virtual que dice muy poco de una parte importante de nuestra clase política local.
No le faltan motivos al diputado Antonio Gutiérrez para insistir con un nuevo artículo sobre sus ‘verduguillos’. En esta ocasión no estará de más que advierta a alguno de nuestros políticos que la moderación, el sosiego y la educación es un comportamiento que hay que saber mantener en cualquier escenario. No todos consiguen ejercer como representantes públicos con la dignidad que todos los ciudadanos nos merecemos. Y desgraciadamente no siempre es posible culpar al escenario de sus toscos argumentos o de sus torpezas dialécticas.