Inmigrantes argelinos y libios merodean por el CETI, donde según ellos, les niegan cobijo. “Si un subsahariano salta la valla, le dejan entrar. A nosotros no”, se quejan.
Argelinos y libios merodeaban ayer por la tarde por los alrededores del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla, intentando que les dejaran entrar o conseguir algo de comida. Aseguran que duermen en “el río”, no tienen identificación y juran que llevan al menos un par de días sin nada que comer.
“Me llamo Ban Amari Soufain, nací el 28 de enero de 1985, soy peluquero y llegué a través de Argelia, con un pasaporte. Vengo de Libia. Me fui de allí por la guerra. Estoy en Melilla buscando un futuro. Llevo varios días sin comer, pero aquí estoy mejor que en mi país”, comenta a El Faro.
Amari Soufain no lleva camisa, dice que se la robaron y muestra orgulloso las marcas de una paliza, que él dice que le dieron “los maderos”. “Me quitaron el móvil y me rompieron la tarjeta porque dicen que era robado”, cuenta.
Su historia es diferente de la de Moayad Mohamed, que viene de Argelia. Dice que estuvo en el CETI en 2008 y ahora quiere volver a entrar. “No me dejan. Si un subsahariano salta la valla, le dejan entrar sin preguntar. A los argelinos no nos dejan”, se queja.
A Moayad le acompaña un menor de edad que prefiere no identificarse. Dice que duerme en la calle por que “en La Purísima no me dan ropa. El jefe me pega”, aseguró.
Según la ONG Prodein “a todos los árabes que entran en Melilla les cuelgan el sambenito de marroquíes para no acogerlos en el CETI. Bastaría un intérprete para probar de dónde son”.