Mustafa Hamida nació el 18 de diciembre de 1961 en Melilla. “Por supuesto”, recalca con orgullo. Ya jubilado tras toda una vida dedicada al comercio, tiene historias para dar y regalar.
-¿A qué tipo de comercio se dedicaba?
-En el negocio de mis padres vendíamos de toda clase de mercancía. Tanto zapatos, como ropas, como telas y artesanía marroquí y demás. La tienda, que se llamaba Bazar Casablanca, estaba en la calle Mariscal Sherlock, pegada al antiguo Mercado Central, donde ahora están la Escuela de Idiomas y el Conservatorio.
-¿Qué era lo que más y lo que menos le gustaba de ese trabajo?
-Lo que más me gustaba era el trato con las personas. Siempre los hemos tratado muy bien. Y no hay nada que no me gustara; todo era muy bonito en aquella época.
-¿Alguna vez pensó en dedicarse a otra cosa?
-No tuvimos otra posibilidad. Nos hemos dedicado al comercio y al negocio toda la vida.
-Cuente alguna anécdota que sucedió en la tienda y que le parezca curiosa.
-Te lo digo claro. Aquí venían muchos cristianos. En aquel tiempo había muchos militares aquí en Melilla. Al haber militares, venían familiares suyos a las juras de bandera y demás. Cada mes o cada dos meses había jura de bandera. Melilla era muy bulliciosa en ese tiempo. Había mucho ajetreo. Todo el mundo trabajaba muy bien y había mucho negocio. Pasaban por allí y yo, como comerciante, les decía “aquí no se les cobra nada”. Teníamos la tienda. Exponíamos la mercancía fuera y dentro de la tienda teníamos de todo. Le decía “pase usted, que no se le va a cobrar nada”. Se metían en la tienda y ese era mi lema para poder vender.
Cuando hacía confianza, los invitaba a un té e incluso al mediodía a comer comida moruna. Los llevaba a un mesón de estos musulmanes y comían comida moruna. Y ya se abrían en canal y me contaban que, cuando salían del barco, les decían que llevaran cuidado con los moros. Y, claro, los clientes no sabían que yo era moro. Yo tengo los ojos claros y nunca iban a pensar que yo era morito. Es que incluso les decía que era morito y no se lo creían. Tenía que sacarles el documento Les decían “tened cuidado con los moros, porque los moros tienen unos pendientes en la nariz” y no se qué más. Se creían que estaban en el África profunda.
Y venía la gente y te decía eso. Cuando yo les decía que era moro, se quedaban sorprendidos: “¿cómo la gente puede pensar esas cosas de esa gente y decir que los moros son así cuando yo veo que eres una persona normal?” Me han llegado hasta a ofrecer a su hija.
-¿Y qué sucedió con Lola Flores?
-Vino a actuar a Melilla un sábado y el domingo, con todos los comercios cerrados, la trajeron hasta nuestra casa y nos pidieron, por favor, que abriéramos el comercio, que Lola Flores quería llevarse unas telas. Y lo tuvimos que abrir. Era Lola Flores, claro, muy famosa en aquel tiempo. Vino la Policía Municipal hasta nuestra casa y le abrimos la tienda y se las vendimos. A las pocas semanas salió ella actuando en la tele con los trajes hechos con la tela que nos compró.
-¿Cómo ve el futuro de Melilla?
-Negro, pero muy negro.
-¿Cuáles son los próximos retos en su vida?
-Ser abuelo.
-¿Qué es lo más extraño que le ha pasado en su vida? Alguna anécdota curiosa...
-En todo caso, divertida. Aquí en Melilla, cuando venía el invierno, en aquel tiempo llovía bastante y nevaba en el monte Gurugú. Tenía unos amigos que, cuando yo estaba libre, me decían “¿vamos al Gurugú?” E íbamos al Gurugú a disfrutar con la nieve.
-La expresión melillense que más le guste.
-No sé cuál decirte.
-Un rincón de Melilla.
-El Rastro.
-¿Cuál es su filosofía de vida?
-Vive y deja vivir.
-Diga un lugar al que le gustaría viajar.
-A cualquier país europeo.
-¿Viajaría al futuro?
-Por supuesto. Lo que pasa es que estamos parados y no podemos. Si no, yo estaría viajando cada vez que pudiera.
-¿Cuál sería la época histórica le habría gustado vivir?
-Viví feliz en los 80 y los 90.
-¿Usa mucho las redes sociales?
-No, no. Para nada.
-¿Cuál es su color favorito?
-El azul, el color de mi tierra.
-Diga cuál es su comida preferida.
-Cualquier clase de pescado.
-¿Y la bebida?
-El agua.
-¿Su época preferida del año?
-El verano.
-¿A qué dedica el tiempo libre?
-A pescar.
–¿Qué prenda de ropa no falta en su armario?
-Tengo de todo, pero no falta la chilaba.
-¿Tiene miedo a algo?
-De hacer mal a alguien sin darme cuenta.
-¿Cuál es el mejor consejo que le han dado?
-Me lo dio mi madre: aunque una persona sea mala, tú no tienes por qué serlo.
-¿Y el mejor consejo que ha dado usted?
-Pues el consejo de mi madre: si ves a una persona que parece mala, sé bueno tú. Puede que esa persona sea buena también en realidad.
-¿Su mejor y su peor recuerdo?
-Mi mejor recuerdo es de cuando tuve a mi primer hijo. El peor, cuando falleció mi madre.