Roberto Rojo Aguado considera que la armonía social que hay entre las distintas confesiones religiosas de la Ciudad Autónoma debe ser un ejemplo para toda Europa. El nuevo vicario episcopal de la Ciudad Autónoma, Roberto Rojo Aguado, tuvo en la jornada de ayer su primera toma de contacto con el Gobierno melillense, pues se reunió en el Palacio de la Asamblea con su presidente, Juan José Imbroda, con quien conversó sobre la realidad social y cultural que se vive en la ciudad. Momentos después de su reunión, atendió a los medios de comunicación locales, a quienes señaló que llega a Melilla con le objetivo de continuar con la “enorme labor” de su predecesor en el cargo, ahondando en el cariño y la mutua comprensión entre las culturas y las religiones que hay en la ciudad. Además, afirmó que la Ciudad Autónoma es un auténtico modelo de convivencia, no sólo para España, sino para Europa entera. “La paz social de Melilla es ejemplar, me encantaría confraternizar con todos sus habitantes”, aseveró. Por otro lado, a preguntas de los periodistas, recordó que su último destino fue Marbella, en la que permaneció nueve años desarrollando su labor episcopal. En este sentido, señaló que la localidad malagueña, por sus reducidas dimensiones, tenía “un gratificante sentido familiar”, el cual se mostró esperanzado de encontrar también en la Ciudad Autónoma. Para finalizar, recalcó que no es la primera vez que visita Melilla. Aunque en el mes de agosto tuvo un breve paso por la ciudad como primera toma de contacto, señaló que con anterioridad había venido a la Ciudad Autónoma durante breves temporadas para relajarse. “Es un destino muy tranquilo”, agregó. Por último, recordó que no será hasta el próximo sábado cuando tome posesión de su cargo como vicario episcopal de manera oficial.
En cuanto a su encuentro con el presidente autonómico, salió “muy satisfecho” de la reunión, valorando su primera reunión con el Gobierno de la Ciudad Autónoma. Así pues, dentro de cuatro días el nuevo vicario tomará posesión del cargo en sustitución de Juan Manuel Barreiro.