Aterrizando del verano, una de las noticias que más perplejos nos ha dejado es el rechazo del PP a debatir la reforma de la Ley de Extranjería en el Congreso de los Diputados. Esta iniciativa del Gobierno central fue rechazada por la mayoría parlamentaria de derechas, ultraderecha de Vox y derecha independentista de Junts, que junto al PP han votado en contra del reparto obligatorio de menores no acompañados con el objetivo de aliviar a las comunidades que más presión reciben, como son Canarias, Ceuta y Melilla.
Ya es difícil comprender que el Partido Popular vote en contra de una medida que le beneficia directamente en la gestión de esta emergencia humanitaria en tres territorios que gobierna. Pero, incluso, es más complicado pensar en los diputados del PP de esos tres territorios votando en contra de sus propias comunidades y ciudades autónomas. Y eso, precisamente, es lo que ha hecho nuestra Diputada por Melilla, Sofía Acedo, votar en contra de los melillenses. Votar en contra de una medida que nos hubiera permitido superar crisis ya sufridas gracias a la solidaridad interterritorial y la responsabilidad con visión de Estado.
Estos, que se llenan la boca de patriotismo, a la primera oportunidad te dejan en la estacada y encima lo quieren disfrazar de interés patrio. Cuando la Diputada Acedo defendió su voto en contra hablaba de, literalmente: “mayor control de fronteras, promoción de la migración circular, agilizando los procedimientos de llegadas ordenadas a nuestro país, impulso de acuerdos con terceros países de origen y tránsito para una colaboración real y efectiva”. Pero, tan solo dos meses después, cuando el Presidente del Gobierno de España viajó a esos países de origen y tránsito para acordar la colaboración y la promoción de esa migración circular, Pedro Sánchez estaba “provocando un efecto llamada”.
Este verano hemos pasado de un PP que pedía la intervención de las Fuerzas Armadas y no se escondía en los discursos de odio contra las personas migrantes y los niños y las niñas que llegan a nuestro país sin mayores a cargo, demostrando la misma falta de humanidad que sus socios de la extrema derecha, a un Feijóo reconociendo que la migración en nuestro país es necesaria: “es evidente que esto es así”, decía.
Demuestran, con sus bandazos, que el PP nunca ha mostrado verdadero interés en abordar estos desafíos, que carecen de un proyecto sólido en política migratoria, además de una absoluta falta de sensibilidad, empatía y solidaridad en un tema que requiere la mayor atención. Porque el PP trata de sacar rédito político de un problema que termina con vidas humanas y que va de supervivencia y humanidad.
Otro asunto en el que el PP se muestra ostensiblemente en contra de los melillenses son los innumerables conflictos laborales provocados por el macro-Gobierno de Imbroda. Toda clase de colectivos profesionales han sufrido la mala gestión del PP en tan solo un año gobernando. Si veníamos de los problemas manifiestos con los trabajadores de la Residencia de Estudiante y del servicio de limpieza viaria, este verano se han sumado los trabajadores de las ludotecas, las educadoras infantiles y camareras de las guarderías, los vigilantes de la seguridad, los empleados públicos de la CAM y, esta semana, las técnicos de las Aulas Matinales.
Falta de planificación en la contratación, problemas en el pago de las facturas, empresas insolventes y un largo etcétera de circunstancias que, reunión tras reunión en la sede del PSOE, nos han dejado un mapa devastador de uno de los principios de legislatura más perversos para las clases trabajadoras de nuestra Ciudad.
Y, todo ello, mientras el Gobierno no escatimaba en nombrar personal de confianza, el total de 25 asesores que se puede, varios directores generales duplicando las funciones de la treintena que ya existía, presidentes de sociedades públicas y fundaciones cobrando por primera vez, aun existiendo gerentes en todas ellas. Todo ellos sumado a la docena de vicepresidentes, consejeros, viceconsejeros y coordinadores del actual macro-Gobierno del PP.
Tenían muchas promesas electorales que cumplir, pero no con los trabajadores melillenses, no, sino con los arrimados, las barrigas agradecidas y pelotas. No creemos que puedan cumplir con tanto prometido. Lo que sí sabemos es que muchos colectivos profesionales, comités de empresa y plantillas de trabajadores que dependen de su sueldo para llegar a final de mes ya han sufrido a este macro-Gobierno y no van a dejar de protestar hasta obtener el trato digno que se merecen de la Administración y el cumplimiento de los derechos laborales que las leyes les garantizan.