Debería darse por sentado que los responsables de la gestión de lo público y del interés general de los españoles se encuentran comprometidos por lo que interesa, afecta o preocupa, si no a la generalidad de los ciudadanos, por lo menos a la mayoría de ellos.
Esta semana no ha sido una buena semana para que los ciudadanos españoles se puedan sentir tranquilos en este sentido.
Los representantes del Gobierno, en diferentes instancias, han hecho gala, de manera manifiesta y en algunos casos insultante de no estar concernidos, ni siquiera mínimamente, por lo que preocupa a los españoles, sino por lo que preocupa, exclusivamente, a las instancias más altas del Gobierno.
Para comenzar, el propio Presidente del Gobierno, en su faceta de Secretario General del Partido Socialista Obrero Español, durante una sesión del Comité Federal , orientada a establecer el camino hacia un Congreso de ese Partido, adelantado en un año, para, aparentemente, hacerse fuerte en el Gobierno ante la debilidad parlamentaria a la que se ve enfrentado el Gobierno, cada vez más evidente, afirmó que se dispone a “mantenerse en el gobierno”, que no a “gobernar”, aún sin respaldo del legislativo. Parece ignorar o aparentar ignorar el Presidente del Gobierno que, si lo es, es, precisamente, porque ese legislativo le eligió para desempeñar esa responsabilidad, bien es cierto que tras un ejercicio acrobático de cesiones y concesiones que hacían francamente difícil que ese apoyo pudiera sostenerse en el tiempo, habida cuenta de los intereses divergentes de las distintas fuerzas en las que se apoyó para obtener su investidura.
En todo caso, se hace lamentablemente necesario recordar al señor Presidente del Gobierno que la voluntad de los españoles y por lo tanto la expresión de sus intereses se manifiesta por sus representantes, que no son otros que los ciudadanos elegidos por ellos mismos y que, como Diputados y Senadores, dan forma a ambas cámaras de nuestras Cortes Generales, es decir al poder legislativo. Darles la espalda a ellos, es, simple y llanamente, dar la espalda a los españoles, en cuyo interés, presuntamente, gobierna.
Un segundo caso, evidente, ha sido el de la voluntad de los ciudadanos españoles, manifestada, de forma mayoritaria, por sus representantes en el Congreso, de instar al Gobierno a reconocer la victoria de Edmundo González Urrutia en las elecciones venezolanas y contribuir, así, a aliviar el sufrimiento impuesto por el Gobierno del señor Maduro a los ciudadanos de aquel país hermano y liderar en la Unión Europea el mismo reconocimiento en favor del señor González Urrutia. Desatendiendo la demanda de los españoles, el Gobierno se ha negado a materializar su voluntad ante el mundo. Su voluntad, la del Gobierno y sus colaboradores, prevalece sobre la de los españoles. Mal mensaje para los españoles y el debido respeto a su soberanía.
Hasta el día de la fecha, ya son 50 las instancias cuya dirección ha sido asignada, no sólo a militantes socialistas, sino manifiestamente alineados con las tesis de su Secretario General y actual Presidente del Gobierno. La última de ellas, el Banco de España, cuyo Gobernador ha salido directamente del Consejo de Ministros para ocupar esa plaza.
Preguntado el Ministro de la Presidencia, Sr. Bolaños, sobre esta ocupación de la dirección de las instituciones, no ha tenido empacho alguno en manifestar que, “por supuesto que el Gobierno nombra a personas progresistas de prestigio, de autoridad, idóneos para los puestos, para seguir gobernando España y que sigamos avanzando durante tres años más”. Hay algún medio que se ha hecho eco de esta noticia creyendo que al Ministro “se le ha escapado”, por dar la impresión de que reconoce, con esta afirmación, la debilidad parlamentaria del Gobierno, confiando a los “leales” la garantía para seguir gobernando, contra viento y marea.
Yo, por el contrario, estoy convencido de que no se le ha escapado nada. Creo que, simplemente, está convencido de que, digan lo que digan los españoles, lo que realmente, les conviene a éstos es lo que ellos, los socialistas, determinen, aunque las mayorías parlamentarias y por lo tanto las de representación de los ciudadanos no permitan expresarse de esa manera. Creo, también, que no todos los socialistas piensan lo mismo, que los hay que no se consideran en posesión de la verdad exclusiva, pero, desde luego, los que rodean al Presidente Sánchez y, sobre todo, los que merecen su confianza, la merecen sobre la base de estar dispuestos a franquear todo tipo de límites y asumir todo tipo de mutación de principios.
Al que sí se le debió escapar su afirmación de ser miembro del Gobierno fue al Sr. Tezanos, quien, durante su comparecencia en el Congreso, afirmó que los presuntos errores del CIS se deben al sesgo hacia la izquierda de la sociedad española. Es decir que el punto de partida de los análisis del CIS es que la mayoría de la sociedad española se ubica en ese lugar del espectro ideológico, el del centro izquierda. Afirmación que a mí me parece, cuando menos opinable, pero para el Presidente del CIS, es indiscutible. Lo que sí manifestó fue que los resultados electorales se debían, fundamentalmente, a los errores del PP y que, mientras siguiesen cometiéndolos, “ellos”, entre los que, curiosamente, o no, parecía incluirse, estarían en el Gobierno y el PP en la oposición. Sin comentarios.
Creo, en definitiva, que cada vez más y cada vez para un mayor número de españoles los intereses a los que sirven los miembros del gobierno y sus colaboradores son, exclusivamente, los de los ciudadanos que su ubican en su sector ideológico, aunque no sean los que cuentan con la representación mayoritaria en las cámaras de representación ciudadana, el Congreso y el Senado, sino, más bien, al contrario. Eso conduce, en mi opinión, a una deriva autocrática, por mucho que el Sr. Bolaños se empeñe en negarlo. Por lo tanto, los intereses a los que sirven son a los del Partido Socialista Obrero Español, sacrificando para ello, en consecuencia, sin reparos, el interés de los españoles.