E lunes 16 de septiembre de 2024 (12 de Rabi al Awal del calendario musulmán) conmemoramos el nacimiento del Profeta Muhammad, aquel que fue enviado como una misericordia para la humanidad. Es difícil describir al Profeta de la misericordia en un par de artículos, por ello desde la Comunidad Islámica Imam Malik hemos optado por hablar de tan solo dos de las nobles virtudes que con las que fue ennoblecido el Profeta de la misericordia y él enseño a toda su comunidad. Un pequeño resumen de su vida ejemplar y su lugar entre los Profetas y en el segundo artículo sobre la relación del Profeta Muhammad para con los no musulmanes.
Su vida ejemplar y su lugar entre los profetas
La vida del Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le conceda la paz, es el mejor ejemplo para todos y cada uno de los seres humanos. Para el líder religioso, como para el jefe de estado. Es la guía para los que deseen entrar en el jardín del amor Divino. Es el ejemplo más elevado de gratitud y humildad para los que deseen disfrutar de los regalos Divinos. Es ejemplo de paciencia y sumisión en los momentos y lugares de mayor reto. Es el mejor ejemplo de generosidad y desapego hacia lo material. Es ejemplo inigualable de misericordia hacia los débiles, los abandonados y esclavos; ejemplar a la hora de personar las injurias y agravios.
Si eres rico, considera la humildad y generosidad del Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le conceda la paz, quien se ganó los corazones de los que dominaban Arabia.
Si eres débil, adopta el ejemplo del Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, durante la época de Meca gobernada por los opresores y usurpadores politeístas.
Si eres maestro, contempla el ejemplo del Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, quien enseñaba los mandamientos de Dios con dulzura y sensibilidad.
Si eres estudiante, guarda en la mente el ejemplo del Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, quien arrodillado escuchaba al Arcángel Gabriel.
Si eres un predicador o un sincero guía espiritual (murshid), escucha la palabra del Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, quien transmitió el conocimiento a sus Compañeros.
Si te propones defender la verdad, transmitirla a los demás y elevarla, pero no tienes a nadie que te ayude en ello, entonces mira hacía el Profeta, que Allah le bendiga y le conceda la paz, quien proclamaba la verdad en Meca contra los opresores y a la vez les invitaba a ella.
Si eres agricultor, toma el ejemplo del Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, quien, después de haber entrado en las tierras de Bani Nadir, Khaibar y Fadak, eligió a los mejores para cultivarla y explotarla de la manera más productiva.
Si estas solo, sin familia, recuerda el ejemplo del niño huérfano de Abdullah y Amina, su amado y único hijo, por si no lo sabes me refiero a nuestros amado Profeta Muhammad que se quedó huérfano de padre nada más nacer y de madre a los seis años.
Si eres un adolescente, fíjate en la vida del Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, quien, siendo joven, trabajaba en Meca de pastor para su tío Abu Talib.
Si haces viajes de negocios, piensa en la experiencia de la persona más honrada, Muhammad, que Dios le bendiga y le conceda la paz, cuando dirigía la caravana de Meca a Siria y Busra.
Si eres un juez, recuerda la justicia y previsión con las que solucionó la disputa entre las tribus de Meca que deseaban el honor de volver a colocar la Piedra Negra (Hagar al-Aswad) y estaban a punto de recurrir a las armas. Actuó con tanta justicia y previsión que evito un derramamiento injusto de sangre entre las tribus de la Meca.
Vuelve de nuevo a la historia y considera el ejemplo del Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, cuando en su mezquita en Medina trataba igual a los pobres y a los poderosos, y cómo juzgaba entre ellos con igualdad.
Si estas casado, mira atentamente a su puro estilo de vida, la compasión, y los profundos sentimientos del Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, como marido ejemplar.
Si eres padre, estudia el ejemplo de Muhammad, el padre de Fatima az-Zahra y el abuelo de Hasan y Husain y su comportamiento con ellos.
Sin tener en cuenta tus cualidades o estado, de día y de noche encontrarás en él el modelo más perfecto; será maestro y guía para ti. Un maestro tan perfecto que al seguir su ejemplo podrás corregir todos tus errores y eliminar el caos en tu vida. Con su luz y guía puedes vencer las dificultades de la vida y alcanzar la verdadera felicidad. En verdad que su vida es un ramo de flores únicas, portadores de las más exquisitas fragancias.
Si echas una mirada al mundo y ves que el afecto une a los pobres y a los poderosos, que éstos tratan a los pobres con compasión y les ofrecen ayuda cuando la necesitan, que los más fuertes protegen a los oprimidos, y los sanos ayudan a los enfermos; que los que tienen riquezas cuidan de los huérfanos y mantienen a las viudas, entonces puedes estar seguro que todo esto es la consecuencia del ejemplo del Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le conceda paz, y de sus seguidores, aunque hechos así son aún más visibles en su vida. Él es el cenit de la profecía. Incluso los no-musulmanes se ven obligados a reconocer su perfección. El historiador ingles Thomas Carlyle expresó su opinión sobre el Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, en su libro “Veneración de los héroes y lo heroico en la historia”, donde escoge a los mejores en varios campos y analiza su vida y su obra. Por ejemplo, Carlyle selección al que puede ser considerado como el mejor poeta, el mejor comandante, etc. El autor, que se identifica en el libro como cristiano, estableció, analizó y describió al Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le conceda la paz, como el mejor entre los profetas, la paz sobre todos ellos. A mediados del siglo XX en Lahey, Holanda, un grupo de prominentes pensadores y eruditos, eligió a las cien personalidades más sobresalientes de la historia. Se vieron obligados a poner al Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le conceda la paz, en el primer lugar de su lista. La verdadera virtud es aceptada y apreciada incluso por sus adversarios.
La virtud y la sabiduría del Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le conceda la paz, es aceptada incluso por los que no creen en él. La excepcional personalidad del Profeta Muhammad, que Allah le bendiga y le conceda la paz, aunó la perfección moral en toda situación. El ejemplo de su vida (sirah) puede servir de modelo para cualquier persona en cualquier época de su vida. Su carácter debería ser punto de partida para una verdadera educación de la humanidad. Derrama su luz en el camino de aquellos que buscan luz y una vía recta. Su guía es capaz de iluminar a toda la humanidad.
La gente se sentaba en su compañía formaba un universo en el que nadie estaba excluido. Se reunieron allí todas las naciones a pesar de la diversidad social y cultural. No existía ninguna restricción ni exclusión. Fue una fiesta de conocimiento y sabiduría que no excluyó a ninguna raza, sino que abarcó a todos los seres humanos. No hubo diferencia entre débiles y poderosos.
Entre sus honorables Compañeros había gente superior por su inteligencia, ideas y opiniones; junto a ellos estaban los aptos para trabajos más delicados, los que tenían un profundo entendimiento de los secretos del mundo; y los que fueron capaces de gobernar países con sabiduría y poder.
Los seguidores del Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, gobernaron ciudades y provincias e hicieron que las gentes se sintieran felices y conocieran el sabor de la justicia, la serenidad y la paz. Los seres humanos forman una hermandad.
Lafayette, el hombre que puso los cimientos intelectuales de la Revolución Francesa, (1789), examinó todos los sistemas legales antes de la proclamación de la Declaración de los Derechos humanos y se dio cuenta de la superioridad de la ley Islámica. Lo expresó de esta manera: ¡Oh Muhammad! ¡Nadie más alcanzó tu nivel de justicia!
El carácter y fuerza espiritual del Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, fueron tan grandes que elevaron a una sociedad medio salvaje, inconsciente de la historia, hasta la altura que alcanzaron los Compañeros, imposible de alcanzar para cualquier otro. Los unió el Islam, bajo la misma bandera, ley, cultura, civilización y gobierno.
El Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, convirtió a la gente inculta y sin ley, en seres humanos educados; a los salvajes, en gente civilizada; a los criminales, en gente consciente de Dios, es decir seres humanos extraordinarios que vivían en temor y amor de Dios.
En una sociedad que durante siglos nunca había dado un solo personaje relevante, aparecieron personalidades adornadas con luz y guía que llevaron su conocimiento hacia todos los confines de la tierra, cada una de ellas como una antorcha de fe y sabiduría. La luz que descendió al desierto fue repartida al resto de la humanidad. El propósito de la creación del mundo pudo realizarse.
Aunque haya conquistado los corazones de la gente como un maestro ideal, aunque en poco tiempo alcanzase la posición que los reyes de este mundo no pueden alcanzar, continuó su modesta vida de antes, ignorando los dones materiales que estaban al alcance de su mano. Como antes, vivía como cualquier pobre en su humilde hogar fabricado de adobe. Dormía encima de una fina colcha rellena de hojas de palmera. Vestía modestamente. Mantenía un nivel de vida por debajo del nivel de los pobres. A veces no tenía comida. Se ataba entonces una piedra a la cintura para suprimir el retortijón del estómago, mostrando, a la vez, su agradecimiento a Dios. Seguía con sus súplicas y oraciones, aunque sus faltas pasadas y futuras le hubiesen sido personadas. Pasaba las noches enteras en oración hasta que sus pies se hinchaban. Ofrecía ayuda a los pobres tan pronto como la necesitaban. Fue una fuente de felicidad para los desamparados. Pasaba mucho tiempo con los más desvalidos a pesar de su grandeza. Los protegía más que nadie con su compasión y ternura sin límites. El día de la conquista de Meca, cuando todos le consideraban el más poderoso de los hombres, uno de sus compatriotas se acerco a él y le dijo temblando: ¡Oh Mensajero de Dios! Enséñame el Islam. El Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, le pidió que se relajase, recordándole las debilidades de su propia vida: “Relájate, hermano mío. No soy un rey, ni tampoco un emperador. Soy el huérfano de tu antigua vecina (es decir su madre) que comía carne seca. Con estas palabras transmitió al mundo una humildad sin límite, cuyo nivel nadie más pudo alcanzar. Aquel día, Abu Bakr, su compañero de la cueva el día de la Hégira, trajo encima de sus espaldas a su padre, demasiado viejo para andar, hasta donde se encontraba el Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz. Quiso que su padre tuviera la oportunidad de tener un contacto directo con el mensaje del Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz. Éste dijo: ¡Oh Abu Bakr! ¿Por qué le has causado tanta molestia a tu padre? Podía haber ido yo a su casa
Muchos países se pusieron bajo su protección de motu proprio. Su gobierno se extendió sobre toda Arabia. Pudo haber hecho todo lo que hubiese querido, sin embargo, nunca puso en entredicho su humildad. Decía que no tenía poder sobre nada. Declaró que todo estaba bajo control de Dios. Hubo momentos en los que poesía riquezas. Medina se llenó de caravanas cargadas de ellas. Distribuyó todos esos bienes entre los pobres y siguió su humilde vida de siempre. Dijo: “Si tuviera montañas de oro como la montaña de Uhud, no las guardaría más de tres días, a no ser para pagar mis deudas.
Pasaban días enteros sin que se encendiese fuego en la casa del Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz. Muchas veces se acostaba hambriento. Una vez, Umar, que Dios este satisfecho con él, visitó su noble vivienda y miró alrededor. Estaba casi vacía. Había una esterilla tejida con hojas de palmera. El Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, dormía sobre ella y su espalda llevaba las marcas de las hojas secas. En la esquina se veía un poco de harina de cebada y, al lado, un recipiente para el agua. No había nada más en la habitación. Todo eso era su riqueza en la época en la que toda Arabia estaba bajo su poder. Umar, que Dios este satisfecho con él, no pudo contener las lágrimas. Viéndolo, el Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, le preguntó: ¿Por qué lloras, Umar? Este contestó: ¿Cómo puedo no llorar? Los emperadores de Roma e Irán están nadando en la opulencia, y el Mensajero de Dios duerme encima de una esterilla de hojas de palmera. El Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, reconfortó a Umar, que Dios este satisfecho de él, diciéndole: “¡Oh Umar! Deja que el Cesar y Kisra (emperador de Irán) disfruten de este mundo. El disfrute del Más Allá nos basta
En una ocasión parecida dijo: ¿Qué tiene que ver este mundo conmigo? Mi relación con él es como la relación del que viaja en un día de verano duerme bajo un árbol se despierta y sigue su camino
Su actitud hacia la vida era perfecta y constituye el ejemplo para sus seguidores, sean ricos o pobres, poderosos o débiles. Cuando murió, no tenía ni un dirham, ni un dinar, ni un asalariado, ni tampoco una oveja. Dejó tras de sí una mula blanca, una espada y tierra en Fadak que donó como caridad. Es decir, no dejó nada. Más aún, estaba preocupado de que los musulmanes dieran limosnas a sus familiares, así que les prohibió aceptar cualquier tipo de caridad.
Estos ejemplos muestras que este hombre iletrado, que Dios le bendiga y le conceda la paz, nacido en un mundo incivilizado, es el verdadero guía de todos los tiempos pasado, presente y futuro, y cuya conducta es de hecho inimitable.
No le importaba la riqueza, el lujo, los reinos, la fama, ni la comodidad. Mientras luchaba por establecer la fe en el Único Dios (tawhid), las cosas de este mundo y su gloria no tenían para él ningún valor.
Aisha, que Dios esté complacido con ella, transmitió que una mujer de los Ansar visitó al Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz. Cuando se dio cuenta de que su cama era una simple esterilla, recogida durante el día, fue corriendo a su casa y volvió con un agradable colchón relleno de lana. Más tarde, cuando el Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, cayó en la cuenta de que alguien había cambiado su cama, se disgustó mucho y le dijo a Aisha: ¡Oh Aisha! Devuelve esta cama a su propietario. ¡Por Dios! Si hubiese querido, Él habría puesto a mi disposición montañas de oro y plata para que me hicieran compañia
Solamente este ejemplo sería suficiente para demostrar que el Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, nunca dio importancia a las cosas de este mundo.
Aparte de sus extraordinarios atributos, una de sus cualidades más distinguidas era su legendario amor por su comunidad (ummah), ilustrado perfectamente en el siguiente versículo del Corán: “En verdad que os ha llegado un Mensajero salido de vosotros mismos; es penoso para él que sufráis algún mal, está empeñado en vosotros y con los creyentes es benévolo y compasivo” (Corán, 9:128)
La personalidad del Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, a pesar de lo ínfimo que la mente humana puede captar, apenas la punta del iceberg, constituye el cenit del comportamiento humano. Allah el Altísimo la creó como “uswa hasanah”, el más perfecto ejemplo para la humanidad. En consecuencia, Dio el Altísimo elevó a Su Profeta, que D le bendiga y le conceda la paz, llevándolo a través de varias etapas, desde su orfandad, la posición más débil en una sociedad, hasta la profecía y el liderazgo de un estado. El propósito de este ascenso gradual era dejar ver a las gentes de todas las capas sociales su perfecto ejemplo e integrarlo en sus vidas acorde a sus posibilidades.
Ninguna imperfección se manifestó en la personalidad del Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y conceda la paz, ni siquiera cuando era niño o adolescente, al contrario de lo que ocurre con muchos a los que se considera guías y líderes de la humanidad, sobre todo los filósofos. Su personalidad no se fue perfeccionando gradualmente, como es el caso de otros lideres, sino que fue el resultado del destino y apoyo Divino. Incluso de niño, se caracterizaba por un comportamiento perfecto que ya vislumbraba su capacidad para la tremenda responsabilidad que le esperaba.
Las opiniones de los filósofos acerca de la paz y de la armonía social, positivas o negativas, pero en todo caso no guiadas por la revelación Divina, nunca tuvieron un reflejo, por débil que este fuera, en sus vidas ni en las vidas de aquellos que las conocían a través de sus libros. Nunca fueron ni han sido modelos de comportamiento; muchas veces, al contrario, sus vidas han manifestado lo opuesto a sus teorías.
En cambio, el comportamiento del Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, constituye un criterio práctico de moralidad y un perfecto modelo para cualquier tipo de personalidad que se acerque a él. Por ejemplo, el filósofo Nietzshe formuló su teoría del superhombre, pero no pudo trasvasar este concepto extraordinario del ser humano a hechos reales de la vida cotidiana. De este modo, su pensamiento fue solamente teórico. En la moralidad Islámica, en cambio, el comportamiento del Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, constituye una guía perenne para el hombre de cualquier tiempo y cultura.
Aristóteles, por otro lado, hablaba de los principios y leyes de la ética. Sin embargo, no hemos encontrado a nadie que haya alcanzado la felicidad aplicando la filosofía de Aristóteles. Los corazones de los filósofos no están expuestos al proceso de limpieza y purificación como es el caso de los Profetas y sus palabras y acciones no se perfeccionan apoyados en la Revelación. Debido a esto, sus sistemas se quedan en las salas de conferencias y en las páginas de los libros, sin entrar en la vida diaria de los seres humanos.
Nuestro maestro, el Profeta Muhammad, que Diis le bendiga y le conceda la paz, en cambio, antes de asumir la tarea de la profecía, se ganó la simpatía y confianza de la gente, que llegó a llamarlo “sincero” y “digno de confianza”. De hecho, su misión empezó después de que esto ocurriese. Así pues, la gente conocía ya de antemano su hermoso carácter, su bondad e integridad. Todos lo amaban o lo respetaban. Sus compatriotas, quienes le dieron el apodo de al-Amin (Digno de Confianza) se sometieron sin protestar a su juicio en el momento de la gran disputa sobre la manera de volver a colocar la Piedra Negra en la Ka´aba después de su restauración.
En verdad el Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, se mantenía lejos de todo lo incorrecto y nunca violó los derechos de los demás. El único grupo al que perteneció antes de recibir la profecía fue el de Hilf al-Fudul, el Pacto de los Virtuosos, el grupo que se dedicaba a servir a la justicia, y cuyos principios se resumen de la siguiente manera: “Si alguien viola los derechos de un habitante de Meca o de un forastero, el malhechor será juzgado inmediatamente, y colocado al lado de la víctima, hasta que el daño sea compensado. Se garantiza el derecho a la justicia, la paz y la armonía”.
Esta acción contra la opresión y la violación de los derechos atraía al Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, tanto, que después de haber recibido la profecía, dijo: “Estuve en aquella ocasión en casa de Abdullah ibn Ju´dan junto con mis tíos. Si en vez de participar en este pacto me hubieran dado cien camellos rojos (es decir riqueza), no me habría sentido más feliz. Me uniría a un grupo así, incluso hoy con la llegada del mensaje del Islam.
Éste y otros casos sin fin de las manifestaciones de justicia, misericordia y compasión en la vida del Profeta, que Dios le bendiga y le conceda la paz, constituyen ejemplos a emular para toda la humanidad hasta el final de los tiempos. Un ojo justo que discierne la luz, la inasequible vela que alumbra a todo el mundo, no puede negar su veracidad, al menos en lo que se refiere al mundo interior. De hecho, muchos eruditos no musulmanes aceptaron sinceramente su virtud y logros a través de una valoración intelectual. Uno de ellos, Thomas Carlyle, como hemos mencionado anteriormente constató en su libro “adoración de héroes y lo heroico en la historia” que con él surgió una luz de la oscuridad. También la Enciclopedia Británica confirma su virtud, declarando que en ninguna época un profeta o reformador religioso alcanzó el nivel de éxito comparable al del Profeta Muhammad, que Dios le bendiga y le conceda la paz.
El autor Stanley Lane Polo dice la verdad cuando afirma que el día que Muhammad, que Dios le bendiga y le conceda la paz, obtuvo la victoria sobre sus enemigos fue también el día de la victoria de la virtud, ya que perdonó voluntariamente a todos los Quraish y también a todos los habitantes de Meca.
También Arthur Gilman apunta su grandeza durante la conquista de Meca. Dice que el trato que había tenido a manos de los Mequinenses le podía haber inducido fácilmente a querer buscar venganza. No obstante, prohibió cualquier tipo de violencia por parte de su ejército. Mostró gran misericordia y permaneció agradecido a Allah.
Este es Muhammad el Profeta de la Misericordia.