Comunes, turcas y senegalesas
En nuestra ciudad hay en la actualidad tres especies de tórtolas, la tórtola común o europea (Streptopelia turtur), la tórtola turca (Streptopelia decaocto) y la tórtola senegalesa (Spilopelia senegalensis).
La tórtola turca es un ave de hábitos urbanos que se ha extendido desde Asia Menor por toda Europa en las últimas décadas, y actualmente es la tórtola más abundante en la ciudad. En cuanto a la tórtola senegalesa, en estos últimos años se ha extendido hacia el norte desde el África subsahariana debido al aumento de las temperaturas y se puede observar a lo largo del cauce del río de Oro y de los jardines y huertas colindantes.
En cuanto a la tórtola común, la menos abundante con diferencia, aún puede verse con cierta frecuencia en primavera en los pinares de Rostrogordo, en la zona más próxima a la valla fronteriza, donde alterna su presencia entre los pinares de un lado y otro de la valla.
El Sahel y Europa
La tórtola común es un ave de la familia de las palomas (Columbidae) que todos los años regresa desde sus cuarteles de invierno en el Sahel africano para pasar la primavera y el verano en Europa y el norte de África. En estos seis meses de estancia en latitudes más norteñas aprovecha para reproducirse y sacar adelante sus nidadas.
Los nidos, muy abundantes antaño en el entorno rural de Melilla, siempre han llamado la atención por lo rudimentario de su estructura, limitándose en la mayoría de las ocasiones a varios palitroques cruzados sobre la rama de un árbol que incluso dejan entrever los huevos depositados en ellos si se observan desde el suelo.
Es un ave ligada a los hábitats agrícolas tradicionales, en los que alternaban zonas sin cultivar (en barbecho), fuentes de agua, setos para separar las parcelas y árboles solitarios o formando pequeños grupos, todo formando un mosaico. Precisamente una de las causas principales del declive de la tórtola común en el territorio español es la desaparición de estos entornos rurales tradicionales a causa de una mal entendida “modernización” de las zonas agrícolas, traducidas en la concentración parcelaria, los monocultivos y el uso indiscriminado de agroquímicos para “optimizar” la producción a corto plazo. Las zonas rurales tradicionales ofrecían un hábitat ideal para muchas especies de aves además de la tórtola común, como la golondrina, el gorrión e incluso la perdiz. De hecho, todas estas especies están sufriendo el mismo declive poblacional que afecta a la tórtola, lo que viene a demostrar el efecto pernicioso que está causando el abandono de los usos tradicionales en nuestros campos. El empleo de pesticidas químicos, algo cada vez más común en las explotaciones agrarias, es la puntilla para esta situación tan difícil que atraviesan las aves ligadas a los cultivos.
La desaparición de las huertas de Melilla
En Melilla, nuestro entorno rural se destruyó prácticamente en dos décadas, en un proceso que debería sonrojar a las autoridades que, por desidia o intereses ilegítimos, propiciaron este hecho. El olivar de la huerta Weil es en este caso también un ejemplo que ilustra esta sinrazón. Las laderas que confluyen en el arroyo Alfonso XIII eran hace veinte años un lugar ideal para las tórtolas, entre otras muchas aves estacionales y locales. En la ladera sur, ocupada por los olivos de la huerta Weil, se podían observar con facilidad las parejas de tórtolas realizando sus paradas nupciales o incluso incubando sus huevos. Hoy día esta ladera alberga un circuito de vehículos 4x4 para disfrute de unos pocos ciudadanos. Hablamos de una ciudad de 12 Km sin apenas espacios verdes, increíble. Aún siguen en pie a duras penas muchos de los olivos, convertidos ahora en obstáculos que sortear por los usuarios de este circuito. Estos olivos, con apenas unas pocas hojas llenas de polvo, no están ya en condiciones de albergar vida ninguna entre sus ramas, y mucho menos nidos de tórtolas, que por otra parte no soportarían nunca el ruido y el polvo que provocan dichos vehículos. La ladera norte no está en mejor situación: los olivos y algarrobos que antaño servían de cobijo a tanta fauna ahora están medio enterrados en escombros, pues este lugar, como otras muchas huertas de Melilla, ha pasado a ser una zona de almacenamiento de maquinaria pesada y de áridos para la construcción.
Caza y agricultura intensiva
Otra de las razones del declive poblacional de la tórtola común ha sido y es la caza, Las malas prácticas cinegéticas, como cazar estas aves en época de cría, han agravado aún más la situación. En las zonas agrícolas del entorno de Melilla, allende nuestras fronteras, es fácil comprobar este hecho, y la falta de responsabilidad de las autoridades que no lo sancionan. Aun así, la instalación de sistemas de regadío en muchas zonas áridas de Marruecos ha provocado un aumento espectacular de la población de tórtolas en este país, lo cual no deja de ser una buena noticia.
La agricultura intensiva ha demostrado ser a la larga sólo rentable para unos pocos propietarios, a cambio de dilapidar recursos naturales vitales para el resto de la población. Esperemos que Marruecos haya tomado nota y no caiga en el error de muchas zonas de Europa, donde ahora se desarrollan proyectos millonarios para reparar los efectos nocivos de este tipo de agricultura en el medio ambiente. Al final, las acciones que benefician a especies como la tórtola nos benefician también a nosotros, pues en realidad nuestro destino está ligado al del resto de especies que comparten nuestro entorno