Melilla votó ayer de nuevo y mayoritariamente al Partido Popular. Los grupos minoritarios deben ahora asumir su papel y los resultados. Especialmente CpM, crucial para evitar una polarización peligrosa de la sociedad melillense, como la que ayer comenzó a ponerse de manifiesto cuando, casi acabado el escrutinio, grupos de vecinos de La Cañada, identificados por la Policía como seguidores de los cepemistas, se aprestaron a quemar contenedores y montar revueltas en el entorno del colegio León Solá, del que apoderados, interventores, presidente y vocales de Mesa tuvieron que salir, en algunos casos, escoltados por la Policía.
La jornada electoral de ayer, llena de incidencias nefastas que apuntaban a un intento desesperado de CpM por recabar apoyos electorales a cualquier precio –prueba de ello son las muchas denuncias presentadas en tal sentido ante la Junta Electoral de Zona por la Policía Local–, no ha permitido poner a la nefasta campaña electoral que hemos vivido el contrapunto positivo que esperábamos. No obstante, estamos a tiempo de corregir extremismos indeseados o una polarización peligrosa de la sociedad melillense que no nos conduce más que al fracaso.
Los partidos han de ser consecuentes con los resultados obtenidos, evitar maniobras dilatorias como las que se produjeron en 2007 cara a demorar la inevitable constitución de la nueva Asamblea conforme a los resultados derivados del voto ciudadano. Están llamados a cooperar a favor de una ciudad más justa e igualitaria. En ello están todos emplazados, pero PP y CpM lo están especialmente.