La Policía Nacional detuvo entre el lunes y este martes en Melilla a nueve personas a las que relaciona con un supuesto grupo criminal y con un delito electoral. Entre esos nueve arrestados está el consejero de Distritos, Mohamed Ahmed Al Lal, y un yerno del líder de CpM, Mustafa Aberchán.
En plena campaña electoral, una operación de este tipo desmantela las esperanzas de cualquier partido. Ahora más que nunca, desde CpM se aferran a la necesidad de suspender las elecciones y hablan de persecución política.
Desde la Jefatura Superior de Policía no han soltado prenda sobre la investigación que han ido destripando medios nacionales. Son los grandes medios los que han podido saber que en los registros se han decomisado dinero y votos.
Llevábamos tiempo lamentando que nuestra democracia no tuviera herramientas para parar el escándalo del voto por correo en Melilla. A falta de 48 horas para que acabe el plazo de entrega de papeletas en la sede de Correos, no hay colas en las oficinas del barrio del Industrial y aún faltan por depositarse más de 9.000 votos.
Es evidente que se ha intentado manipular el resultado de las elecciones en Melilla. Se ha pretendido asestar otro golpe a la democracia. Eso es evidente. Lo que no tenemos tan claro los ciudadanos es que se llegará hasta el final. Sería imperdonable que nos quedásemos en un milímetro de profundidad. De nada sirve detener a presuntos delincuentes habituales si no caen las cabezas pensantes y si no se destapa la vía de financiación de esta burda maniobra para hacerse con el control del Parlamento melillense.
Melilla se ha sumido en el silencio de los pueblos insultados. Hay mucha gente que podría ser llamada a declarar porque en los registros ha aparecido una papeleta con su nombre y, por tanto, indicios de que han vendido su voto.
Quien infrinja la ley debe ser castigado, pero no sería justo que solo pagaran cuatro chipinchangas y miles de pobres de Melilla.
Para detener al número 3 de una candidatura registrada oficialmente para concurrir a las elecciones hay que tener las cosas meridianamente claras. En esto no podemos resbalar. Queremos ir hasta el final para saber quién o quiénes están detrás del mayor sabotaje que ha sufrido la democracia en Melilla. Pero hay que hacerlo no sólo bien sino, además, muy bien, y, además, con todas las garantías de nuestro Estado de Derecho, porque esto puede representar el principio del fin para cualquier formación política, especialmente si es CpM, que aglutina la mayor parte del voto musulmán de esta ciudad.