Juan José Imbroda, en declaraciones ayer al programa ‘Habla el presidente’ de la Cadena Ser en Melilla, confirmó que efectivamente no se invitó al delegado del Gobierno a la gala oficial de inauguración del Kursaal. Se escudó la primera autoridad local en que se sabia que Gregorio Escobar se encontraba indispuesto, tal cual se comprobó horas antes, cuando el mismo sábado por la mañana la autoridad gubernativa no acudió al acto solemne en memoria de los caídos en el asedio a Melilla del siglo XVIII y en su lugar y representación participó, como es habitual en sus ausencias, quien ostenta la alta secretaría general de la Delegación del Gobierno en Melilla.
Sin embargo, la excusa de Imbroda cae por su propio peso: Primero, porque la invitación no se cursa a la persona sino a la institución, cuya representación puede ser ejercida por otro alto cargo del organismo gubernativo, tal cual ocurrió horas antes a través de la secretaria general de la Delegación del Gobierno, Elena Alonso Muñoz. Segundo, porque se supone que no se trataba de una invitación improvisada, dependiente de si Escobar acudía o no al acto por el Levantamiento del Sitio de Melilla.
El Gobierno local ha cometido un desaire inadmisible e incomprensible que no favorece el entendimiento interinstitucional y que tampoco le suma puntos cuando en otros conflictos, como el nuevo de la subida de los pasajes de barco, por poner un ejemplo, es el organismo gubernativo el que incurre en la confrontación y, por extensión, en la deslealtad debida entre las instituciones y los organismos públicos.