La Guardia Civil de Melilla ha explicado a los diputados que visitaron este lunes la Comandancia de la Benemérita de la ciudad que el 24 de junio, durante el salto a la valla en el que murieron al menos 23 migrantes, solo había 16 agentes de servicio haciendo frente a casi 2.000 asaltantes al perímetro fronterizo.
Es un dato que no se había hecho público hasta el momento y que demuestra la precarización del servicio de vigilancia y control fronteriza en Melilla, por más que desde el Ministerio del Interior y desde la Delegación del Gobierno insistan en destacar que aquí estamos completos.
Ha sido la diputada popular Ana Belén Vázquez la que ha informado a la prensa de que en 2018, cuando gobernaba el PP en España, había 594 guardias civiles destinados en Melilla. Cuatro años después hay 599, o sea, cinco efectivos más pese a que en estos momentos la presión migratoria es mucho mayor a la de hace cuatro años.
Lo peor, explicó la diputada popular que acompañó a los representantes de Bildu, Podemos y ERC en la visita a Melilla es que en las oposiciones a la Guardia Civil no hay ninguna plaza para Melilla este año. Eso significa que el Gobierno central da por cerrado el cupo en la ciudad.
Y nos preocupa. Estamos hablando de que el 24J cada uno de los guardias civiles que estaba en la frontera tenía el deber de parar a una media de 120-125 migrantes. Eso no es humanamente posible ni siquiera en la ficción de las películas de Hollywood.
Necesitamos una frontera segura no solo para los migrantes que lleguen a nuestra puerta pidiendo asilo o ayuda. También para los guardias civiles encargados de garantizar la seguridad nacional y el respeto a los derechos humanos.
En su informe a la ONU, Marruecos dijo que le consta la preparación militar de muchos de los migrantes que saltaron la valla el 24J, y además, acusa a algunos de ellos de haber luchado con las milicias libias.
No tenemos datos objetivos que nos ayuden a discernir si estamos ante soldados huidos de la guerra o ante refugiados de libro en un momento en el que el derecho al asilo ha quedado suspendido en Melilla porque solo se permite cruzar la frontera de Beni Enzar a los ciudadanos con permiso de circulación por la zona Schengen.
Pero lo que sí sabemos es que por primera vez en la historia de la valla de Melilla, un grupo de migrantes forzó con una radial la entrada de Barrio Chino.
No fue, por tanto, un salto a la valla al uso, pero ni siquiera la violencia que utilizaron para pedir amparo en nuestro país justifica las muertes.
Hay que investigar lo ocurrido y hay que ir haciéndose a la idea de que hay que tomar medidas para que una tragedia así no vuelva a repetirse. Y si para ello tiene que dimitir el ministro del Interior, habrá que cesarlo, pero no puede pasar lo mismo que en el Tarajal, una desgracia de magnitud mundial que ya anticipó la ocurrida en Melilla. Pasó en el Tarajal y se repite en Melilla. Ha vuelto a ocurrir porque no tenemos recursos para proteger nuestras fronteras y garantizar en ellas el respeto a los derechos humanos.
Marlaska está invitado a acudir este mes a la Eurocámara a dar explicaciones. Allí, en un organismo internacional, no basta con apoyar la labor de la Guardia Civil. Habrá que decir cómo y por qué ocurrió semejante tragedia. Y hay que proponer medidas urgentes para evitar que se repita. Con la presión tan brutal que ejerce Marruecos sobre Melilla es peligroso que no funcionen las cámaras de los pasos fronterizos inhabilitados. No podemos bajar la guardia.