Hablamos del antiguo Hospital de la Cruz Roja, ese hermoso edificio, capaz, nítido, que no nació para hospital sino para colegio. La Duquesa de la Victoria, entre otros menesteres de generosidad para con su Melilla, sufragó –parcialmente– los gastos para construir un colegio necesario de cara al crecimiento demográfico de la ciudad, a principios del siglo pasado.
Y se levantó el colegio, lo que ocurre que nuevos enigmas, problemas de fuste surgían en Melilla. Las campañas militares, las guerras con Marruecos, y lápices, carboncillos y libretas se tuvieron que convertir en quirófanos, sueros y camas de hospital. Ya lo de menos era educar en condiciones, el problema era atender a seres humanos, salvar vidas, que era muho mayor problema.
Y así lo ha hecho durante casi un siglo, chispa más o menos, porque han sido miles y miles de melillenses los nacidos en aquellas palaciegas estancias, estancias llenas de vida y esperanza y atendidas por magníficos profesionales de la medicina y de la enfermería.
Todo llega a su fin, dice la letra de una canción de ‘Los Módulos’ y también para el hospital. Primero, Cruz Roja se alojó en el ‘Puesto de Socorro’, instalaciones municipales perfectamente aprovechadas en tan reducidos metros cuadrados. Luego, se fueron sus gentes al edificio, tan moderno, tan amplio, que no pierde de vista al edificio de su antigua sede, el hospital de su propio nombre.
Y ahora viene la tercera parte. El colegio y hospital del siglo pasado se va a convertir en sede de la Consejería de Economía y Hacienda para este nuevo siglo. Las obras van bien, ejemplarmente bien si se tiene en cuenta que hay que cuidar la fisonomía del siglo pasado y respetar el medio ambiente de la zona. Hombre, cuando se hace una obra de estas dimensiones, alguna especia vegetal ha tenido que desaparecer, pero no muchas. La arboleda de su derredor continua incólume, hojas al viento, como guardián ecológico de la zona o caricia de la naturaleza.
Los rincones anexos al edificio han desaparecido, tanto la antigua sede de la Escuela de Enfermería como los tanatorios bien cuidados por las gentes del comandante José Silva; todo se ha venido abajo. En su lugar, viviendas.
Sí, ahí el destrozo medioambiental ha sido de mucha preocupación y de mucha necesidad. De vez en cuando hay que valorar el perjuicio medioambiental y las necesidades de la población y, en esta ocasión, primó lo segundo. Cierto es que las administraciones reservaron metros cuadrados en abundancia para la nueva sede de la institución que dio nombre al antiguo hospital y que la ecología ha sido medianamente respetada.
Llegamos a la siguiente conclusión: Podría haberse derruido toda la zona y miel sobre hojuelas, hala, al negocio inmobiliario. No ha sido así, se ha conservado la magnñífica planta del antiguo hospital y se le ha hecho un guiño al medioambiente conservando las especies más preciadas.
Está casi terminada la Consejería, los trabajadores echan humo para que, dentro de unas cuantas semanas, pueda ser inagurada. Y Melilla recupera uno de sus espacios más encantadores.