El día 1 de noviembre el cementerio de la Purísima es testigo de las visitas a los familiares y amigos difuntos, una tradición con la que se cumple todos los años y que pasa de padres a hijos
La emoción era evidente en su rostro. Tristeza que no podía ocultar al estar junto a la sepultura de su familiar. Tras lavar la lápida, colocó el ramo de flores en dos jarrones. ¿Acaso eran sus favoritas? Una pregunta sin necesidad de respuesta, ya que esta escena se ha estado sucediendo desde hace varios días por las diferentes zonas del campo santo. Los recuerdos de nuestros seres queridos difuntos nos acompañan todos los días pero se hacen más palpables en fechas señaladas como la de ayer. Así, en el Día de Todos los Santos el cementerio de la Purísima Concepción recibió la visita de miles de melillenses que quisieron homenajear a sus familiares y amigos difuntos.
“¡De Melilla me gusta hasta su cementerio!”, exclamó un hombre mayor mientras observaba ayer cómo la inmensa mayoría de las lápidas contenían su ofrenda de flores. Una tradición con la que cumplieron muchas familias que, al completo, se acercaron a limpiar y adornar las tumbas de los abuelos, padres y amigos.
Tradición
Para algunos visitar el cementerio no es nada agradable, sino un trago amargo que se hace para continuar la tradición aprendida de sus padres, por lo que también van a acompañados de sus hijo. No obstante, una abuela confesó que a ella le gustaba visitar el campo santo de vez en cuando, para limpiar la sepultura de su familiar y charlar un rato frente a ella, contar las últimas novedades de la familia y rezarle una oración. Un lugar de paz donde sentirse más cerca de aquellos seres queridos que ya no están con nosotros, tal y como aseguró.
“¿No es doloroso para usted?”, se le preguntó. “Ya no tanto, para dolor el de los padres que han perdido a un hijo y les toca venir a traerle flores, eso no es natural”, afirmó.
Un goteo constante de personas mayores, niños y jóvenes con claveles, crisantelmos, margaritas y coronas, aunque no todos los visitantes sabía ayer donde debía dirigir sus ofrendas, así la oficina de la Purísima recibió alrededor de 50 peticiones para saber el lugar exacto de sepultura de sus familiares. En este sentido, llegaron a preguntar por personas que fallecieron en los años 60.
Lugar de encuentro
El Día de Todos los Santos es una fecha en la que muchos melillenses regresan a su tierra para visitar a sus difuntos y precisamente el cementerio de la Purísima acaba siendo un lugar reencuentros con vecinos, amigos y otros familiares.
“¡Hombre, cuánto tiempo! ¿Qué tal estáis?”, comentaba un hombre al ver llegar a un grupo de personas a un sepulcro cercano. Así, los pasillos y la puerta de entrada acogían escenas parecidas a esta. Unos momentos para sonreir al saber que los conocidos ya son abuelos, que han casado a últimos de los hijos o simplemente que todos en la familia están bien. Y tras estas breves conversaciones un deseo, volver a verse el próximo año.
Después de la visita
Una vez colocada la ofrenda de flores a los familiares, muchas personas se acercaron al patio de las ánimas benditas. Un gran número de ramos posaban junto a las cruces, pero sumarían cientos las peticiones y oraciones de los melillenses. Otro lugar de visita fue la sepultura de Benito López Franco, el ‘soldado de los milagros’.
Tras este homenaje a los difuntos, la tradición continuaba con la compra de los dulces tradicionales de estas fechas como son los buñuelos de viento, unos rellenos de crema y otros de chocolate, los huesos de santo y los panallés.
Más accesible
La puerta lateral del cementerio estrenaba este año una rampa que permitía un mejor acceso a aquellas personas con movilidad reducida, sillas de ruedas o carritos de los niños. Aunque también fue utilizada por otros melillenses que prefirieron andar un poquito más con tal de evitar las escaleras la entrada principal.
Además, el cementerio este año contaba con un nuevo aspecto al pintarse de color rosado la fachada y al hormigonar el suelo de tres parcelas que presentaban desperfectos.
En este sentido, la Consejería de Medio Ambiente puso en marcha estas reformas para atender a las demandas de la población durante estos días, como el cambio de la mayor parte de los grifos de las fuentes, la limpieza a fondo del cementerio o la puesta a punto de todas las escaleras que facilitan el acceso a los nichos de mayor altura.
También se ha contado con un horario más flexible estos días para facilitar la visita y el servicio extra de todos los trabajadores de este campo santo para informar a los visitantes del lugar de sepultura de los familiares.
Por otro lado, la Policía Local se ha estado encargado de la seguridad durante todo este puente de Todos los Santos.
Los claveles de mil colores se imponen a los crisantemos
Rosa, rojo, blanco y amarillo, el clavel pasa a ser la flor preferida por los melillenses como parte de su ofrenda en el Día de Todos los Santos. En la floristería Jiménez trabajaron muy duro ayer para atender la gran demanda de ramos que solicitaban sus clientes, una situación parecida a la de otras tiendas en las que los melillenses hacían cola. Otros en cambio prefirieron no ir cargados hasta el cementerio y comprar directamente los ramos en las puertas del campo santo.
Las flores no suben este año de precio, aunque su transporte sea un poco más costoso, una situación parecida a la del pasado año.
La crisis también se nota en este sector, ya que los ramos más baratos son los que más se venden, como es el caso de las margaritas que están a cuatro o cinco euros o los claveles y clavelinas que según su color y el tamaño de sus capullos rondan entre los seis y siete euros. En este sentido, las flores tradicionales de estas fechas son los crisantemos de color blanco, aunque es cierto que otros prefieren llevarse rosas y repartirlas entre las diferentes sepulturas.