AYER se formalizó el inicio de la revisión del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Melilla, la principal herramienta que tiene la Administración para diseñar el futuro de la ciudad. Porque a través de la ordenación del suelo, se sientan las bases para el desarrollo económico y social de la ciudad, se decide cuanto espacio se va dedicar a ciertos sectores, que equipamientos van disponerse en un barrio u otro, que perfil van a dibujar los edificios de la ciudad y como van a ser los vínculos y relaciones entre unas zonas y otras.
Además, sirve para reordenar aquello que ha quedado desfasado, fuera de sitio o que ya no cumple con el cometido para el que una vez fue proyectado. En nuestra ciudad servirá también para dar legalidad a viviendas que se han construido fuera de la legalidad pero que han sido durante años el hogar de cientos de familias y que necesitan una cobertura legal.
Con este nuevo plan, el Gobierno local quiere que Melilla se convierta en una ciudad del siglo XXI, tal y como dijo ayer el presidente de la Ciudad, Eduardo de Castro. La movilidad sostenible, la nueva forma en la que se organizan los terrenos industriales y rústicos o el diseño de urbes más amables con el ciudadano y más verdes son los retos a los que se enfrentarán los redactores del proyecto, que contarán con el hándicap de las dimensiones, muy acotadas, de nuestra ciudad.
El PGOU es una herramienta muy poderosa, bien utilizada puede ser un revulsivo para ciudad, como ha sucedido en muchas capitales de nuestro país, pero si se emplea con distracción puede ser también el mayor de los males, y sus consecuencias son difíciles de solventar en el futuro.
Veamos como queda la redacción final del texto y podremos valorar si será una ayuda para Melilla o un lastre para el futuro.