La entrada de 68 personas en Melilla lleva parejo ahora un trabajo complejo, extenso y agotador del que no se habla. Es el trabajo que están llevando a cabo los profesionales de distintos organismos, entidades y fuerzas de seguridad que deben asumir las labores de identificación de todos los inmigrantes, discriminación de los casos correspondientes con menores y tramitación de los expedientes de asilo que soliciten. Desde ayer mismo por la noche distintos departamentos trabajan, desde sanitarios a judiciales, policiales, administrativos asumiendo una carga extraordinaria con el mismo personal y las mismas instalaciones. 72 personas y no todas hablando los, digamos, idiomas más frecuentes. 72 personas de las cuales muchas dicen ser menores pero hay que comprobarlo haciendo pruebas médicas y estudios. 72 personas que piden asilo, lo que conduce ahora a la apertura y tramitación de un expediente con todos los requisitos legales que deben cumplirse con los funcionarios que tendrán que multiplicarse en sus labores. Y esto lo tienen que asumir departamentos que de por sí tienen déficit de personal y sin refuerzo extraordinario de ningún tipo.
La maquinaria se ha puesto en marcha y serán días de trabajo agotador con despliegue de las diferentes áreas para coordinar entradas como la de ayer que tienen que ser afrontadas por una ciudad siempre falta de recursos.
Se habla mucho de la Frontera Sur de Europa, pero bien poco de cómo Melilla tiene que asumir funciones que no le corresponden más que por estar situada en un punto estratégico para la inmigración mientras Europa mira hacia otro lado.