No hay semana que no nos llegue una queja del barco. La última nos la envía un granadino residente en nuestra ciudad, quejándose del conato de motín que asegura que vivió el pasado lunes en el barco rápido de Almería.
Según cuenta, los pasajeros que optaron por subir al catamarán de refuerzo que hace el trayecto a Melilla en cuatro horas, partieron con retraso de la península por culpa del barco ‘normal’ que hace la misma ruta y que salió fuera de su hora. Los usuarios del ferry no sólo llegaron una media hora tarde a su destino sino que, además, desembarcaron después de verse obligados a esperar cerca de 60 minutos tras atracar en puerto.
Al coincidir los dos buques en la Estación Marítima de Melilla, el catamarán se quedó sin finger y por tanto, el pasaje tuvo que bajar por la rampa del garaje. Para ello, como suele hacerse en estos casos, se les pidió que esperaran al desembarco de vehículos.
A muchos viajeros esta decisión les pareció absurda porque había más coches que pasajeros y los que tenían prisa por incorporarse cuanto antes a sus puestos trabajos no aceptaron la imposición.
Además, no tiene mucho sentido coger un barco rápido en Almería, para tardar casi una hora en desembarcar en Melilla. Eso sólo pasa en ciudades tercermundistas. No puede ser nuestro caso.
Fue así como los pasajeros del catamarán de Almería forzaron la máquina al máximo para exigir que les dejaran bajar del barco. Finalmente lo consiguieron haciendo uso de todos los recursos a su alcance para mostrar su disconformidad con un servicio público que sigue dejando mucho que desear.
Pero aquí viene la segunda parte de la historia. No sólo tuvieron que bajar por la rampa del garaje del barco sino que, encima, tuvieron que subir la rampa que conecta con la Estación Marítima.
Y en esta situación se vieron todos los pasajeros. Los que sólo llevaban una mochila o los que venían cargados de equipaje.
Lo que estoy contando pasó el lunes, pero con toda seguridad volverá a pasar una y otra vez porque nuestro puerto, como ya hemos comentado en otra ocasión, no está preparado para asumir el trasiego de pasajeros que ha hecho posible el abaratamiento de los billetes del barco.
No sé hasta qué punto puede ser viable que la Autoridad Portuaria, cuando tenga por fin presidente, se ocupe de comprar o alquilar otro finger de manera que tengamos un puerto preparado para desembarcos simultáneos.
Pero de momento habrá que esperar. Los que están al tanto de las negociaciones aseguran que PSOE y CpM deshojan la margarita y siguen sin cerrar quién se quedará con la Autoridad Portuaria.
La revista Puertos, Navieras y Transporte Marítimo habla de la posibilidad de que el melillense Paulino Plata, expresidente de la Autoridad Portuaria de Málaga, sea el candidato de los socialistas de Gloria Rojas para presidir el Puerto local. Sería una forma de buscar encaje a un hombre del PSOE andaluz con experiencia en la gestión portuaria.
Por otro lado están los aficionados a las conspiraciones que dan por hecho que el próximo presidente del Puerto de Melilla será el mismísimo Mustafa Aberchán.
Para saberlo, habrá que esperar. Ya hemos escuchado incluso que se habría barajado el nombre de un personaje salpicado con el escándalo de Gescartera en 2012, aunque su candidatura no sería en ningún caso apoyada por el PSOE.
Mientras unos y otros se reparten los cargos, la casa sigue sin barrer. Los melillenses seguimos a la espera de que mejoren los servicios del transporte marítimo a la península. Ya no se trata de tener más oferta, que la tenemos, sino de tener mejores barcos y una Estación Marítima preparada para asumir el incremento de pasajeros de la Operación Paso del Estrecho.