HE leído con interés la entrevista que El Faro ha hecho al portavoz del Partido Popular en el Parlamento Europeo, Esteban González Pons, un político que, en mi opinión, es uno de los mejores oradores que tiene este país.
Me han llamado la atención especialmente dos obviedades que ha dicho González Pons: una que la frontera de Melilla es la frontera de Francia y Alemania y la segunda, que Europa puede conseguir que Marruecos reabra la Aduana de Beni Enzar.
Por lo demás, me quedo con sus silencios, esos que invitan a creer que ahora no toca, cuando en realidad sabemos que lleva tiempo sin tocar. Por eso digo que es un grandísimo orador. Si nos descuidamos, nos convence.
Es cierto que Melilla es también la frontera de Merkel y Macron. Pero eso no es nuevo. Lo somos desde que en 1995 entró en vigor el Tratado Schengen que suprimió las fronteras interiores y permitió la libre circulación entre los estados firmantes.
A partir de ese momento, los esfuerzos europeos debieron centrarse en europeizar sus fronteras exteriores, entre ellas, las de Melilla y Ceuta. Pues no, seguimos echando en falta dinero e inversiones por todas partes.
¿Es normal que 24 años después sigamos teniendo unas fronteras tercermundistas? Yo digo que no. Nosotros cuidamos la entrada por el sur a la meca del bienestar social a cambio de calderilla. La pasta gorda se la lleva Marruecos porque se supone que la externalización de la vigilancia de fronteras funciona. Para comprobarlo sería interesante que eurodiputados alemanes y franceses vinieran a Melilla para que vean la que se lía en la frontera sur en torno a las siete de la mañana o los fines de semana, sobre las nueve de la noche.
Por eso creo que es importante que reflexionemos en torno a quiénes hemos encomendado en los últimos 24 años la defensa en la Unión Europea de las inversiones que se han hecho en la frontera de Melilla.
Decía González Pons que es inconcebible que a estas alturas nuestra frontera de Beni Enzar sea incapaz de contar cuántas personas han entrado y cuántas de ellas han salido, cumpliendo así con la normativa y el Tratado de buena vecindad con Marruecos.
Yo diría más. Lo que es realmente inconcebible es que no haya dinero no sólo para aumentar la plantilla de policías y guardias civiles que vigilan la frontera sino para pagarles en correspondencia a los humos que se tragan y a las condiciones límites que soportan en los pasos fronterizos locales.
Aumentar las plantillas de agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado es un problema que no depende del Gobierno local y que tampoco puede asumir el Gobierno de España. ¿Por qué motivo los españoles vamos a pagar la seguridad de las fronteras de Francia, Alemania o Luxemburgo? No damos abasto y, además, sólo nos corresponde a medias.
El viernes tuvimos noticias de un porteador marroquí se autolesionó en la frontera de Barrio Chino. La foto de esa barbaridad debería salir en todos los periódicos europeos, para ver si a distancia los alemanes y franceses son capaces de entender la desesperación que se vive en el sur de Europa.
En cuanto a la posibilidad de que la UE consiga que Marruecos reabra la Aduana de Melilla, claro que es posible. En política no hay imposibles. El problema es que tenemos que elegir a la persona indicada para exigirlo. Ninguno de los que estaba en Europa desde agosto pasado vale para ello. Nos lo han demostrado.