Verónica Forqué recibirá mañana el Premio especial de la X Semana de Cine de Melilla. Ella es una de las cinco reconocidas por el certamen, que este año tiene figura de mujer. A sus 62 años, Forqué asegura que está deseando ponerse en las manos de una directora y ver cómo las mujeres de su edad se convierten en las protagonistas de la gran pantalla. Además, está convencida de que el país está viviendo una auténtica revolución feminista, aunque, como subraya, todavía queda “muchísimo” por hacer en pro de la igualdad.
–Vuelve a Melilla como galardonada especial de la X Semana de Cine. ¿Cómo se siente?
–El premio me sienta estupendamente. El reconocimiento es una de las cosas de la vida que siempre sienta bien. Significa que la gente te aprecia y que disfruta con tu trabajo, y lo que más buscamos las personas es que nos quieran. Es verdad que querer es más emocionante, pero que nos quieran es maravilloso.
–¿Qué recuerdos tiene de Melilla?
–Pues hace un par de años estuve en Melilla, en un coloquio muy simpático con un grupo de actores, también por el festival de cine y lo pasamos muy bien. También estuve otra vez con mi madre y mi padre, pero hace muchísimos años, porque mi padre formaba parte del jurado en uno de los festivales. Yo tendría unos 26 años. Allí estaba Amparo Rivelles y tuve ocasión de estar mucho con ella, que era una persona inteligente y con un sentido del humor maravilloso, aparte de ser una gran actriz. Tampoco me olvido del avión de hélice, al que voy a tener que subirme para volver a estar en Melilla. La verdad es que da un poco de ‘yuyu’ porque parece que sea de juguete, pero no tengo miedo.
–En esta Semana de Cine de Melilla se premiará a cinco actrices: Anna Castillo, Irene Escolar, Pilar López de Ayala, Aitana Sánchez-Gijón y usted. ¿Es necesaria la visibilidad a la mujer en el cine?
–Yo esta visibilidad la veo estupenda porque sí es necesaria. Yo creo que una mujer que no es feminista no está en el mundo. Las hay que dicen que no lo son, pero sí que quieren los mismos derechos que los hombres y ganar el mismo dinero por el mismo trabajo que ellos. Entonces sí que son feministas, porque así se define en el diccionario. ¿Quién puede no querer la igualdad? Las mujeres también podemos ser protagonistas, igual que los hombres. Siempre hemos sido ciudadanas de segunda categoría y eso, por fortuna, está cambiando. Estamos viviendo una revolución que es imparable. Viviendo en igualdad todos vamos a ser mucho más felices. Para los hombres tiene que ser agotador lidiar con el rol de macho, de protector, de ser quien lleva dinero a la familia o de no poder mostrar su vulnerabilidad.
–¿Por qué hay quién reniega del feminismo?
–Imagino que por falta de conocimiento, porque pensarán que el feminismo es la versión feminista del machismo. El machismo es un término peyorativo, pero el feminismo no lo es. Los hombres y las mujeres somos biológicamente distintos y eso es interesante, pero tenemos que crecer juntos, compartiendo las experiencias, la crianza de los hijos y las tareas. Yo he disfrutado muchísimo de mi profesión, pero hay tantísimas mujeres amas de casa cuyo trabajo casi es despreciado... Es algo rutinario, durísimo, no pagado y no reconocido. Eso no puede ser.
–Hablaba antes de que estamos viviendo una revolución imparable. ¿Manifestaciones como la del 8 de marzo son necesarias para conseguir la igualdad?
–Yo creo que todos los movimientos ciudadanos, espontáneos y pacíficos son bienvenidos. Lo que vivimos el 8 de marzo de este año fue muy emocionante: vimos que las mujeres, cada vez más, estamos tomando conciencia de que hemos sido ciudadanas de segunda categoría y eso se tiene que terminar. Yo estuve dando un curso en Valencia, pero lo viví con mucha alegría y mucha emoción.
–¿Y qué nos queda para conseguirla finalmente?
–Muchísimo. Teóricamente, en la Constitución, somos todos iguales, pero en la realidad eso no ocurre. Hay que cambiar el día a día, lo cotidiano. Tenemos que ganarnos el respeto de los hombres y conseguir que nadie se sienta superior a una mujer por el hecho de tener diferente biología, cuerpo y genitalidad.
–¿Faltan mujeres de su edad como protagonistas en la gran pantalla?
–Pues sí, porque el cine es como la vida misma. Cuando las mujeres pasamos de los 50 nos volvemos invisibles. Yo no me he vuelto invisible del todo porque la gente me ve por la tele y cuando voy por la calle me saludan, pero no por otra cosa. Con los hombres es diferente. Cuando llegan a los 60 pensamos que se ven interesantes, ¿no? Es una cuestión de estereotipos y no sé hasta qué punto tiene que ver con la educación.
–¿Teme volverse invisible y que dejen de ofrecerle papeles?
–Los actores siempre tenemos miedo de que no nos llamen. Vivimos en la cuerda floja, tanto los hombres como las mujeres. Lo que pasa con nosotras es que perdemos muchas oportunidades cuando dejamos de ser sexys y los hombres ya no nos desean. Con los hombres es distinto. Fíjate en Arturo Fernández, tiene casi 90 años y sigue haciendo papeles de seductor. Yo le admiro y le adoro. Creo que es hora de que las mujeres cuenten sus propias historias y sus guiones. Cada vez hay más directoras en el mundo y también en España, aunque aquí siempre vamos con retraso. También es cierto que todas sabemos que criar a los hijos, ocuparse de la casa y sacar tiempo para escribir guiones tiene que ser muy complicado. Hay que tener muchísima energía.
–Hablando de directoras de cine, en la gala de los Premios Feroz dejó claro que está deseando trabajar con alguna. ¿Tiene alguna preferencia?
–Pues claro. Me gusta mucho Icíar Bollaín, me parece una directora interesantísima. También me encanta Belén Macías. Me pareció maravilloso su trabajo ‘En el patio de mi cárcel’.
–En los últimos meses se han destapado varios escándalos de acoso hacia las actrices en la industria del cine. ¿Usted ha presenciado situaciones de este tipo?
–Naturalmente. Yo creo que, lamentablemente, se dan en todas las profesiones. Me parece horrible. No entiendo por qué los hombres a veces se comportan de una forma tan primitiva, tan salvaje. Me parece estupendo que se diga alto y claro quién ha hecho el qué. Cuando hay tantos testimonios, es porque hay un problema de verdad. Yo pienso en la muchacha de Pamplona, tan jovencita, y me parece tremendo. Pero es que cada semana muere una mujer a manos de su pareja. El año pasado fueron más de 50.
–Y se han recortado los presupuestos prometidos para el Pacto contra la Violencia de Género.
–Para los gobernantes hay temas que son secundarios. Ellos son hombres y han sido educados de esa manera. Llevan en su gen el tema del control. Hay mucho trabajo por hacer y eso también depende de nosotras. Tenemos que actuar porque los cambios no se hacen solos.