El presidente de honor del despacho de abogados Garrigues visita hoy Melilla para conocer de primera mano parte de la situación de los refugiados. Colabora con Acnur desde hace más de cuatro décadas.
Antonio Garrigues Walker (Madrid, 1934) es el presidente de honor del despacho de abogados Garrigues, uno de los más importantes a nivel internacional. Junto a su faceta como jurista, destaca asimismo su colaboración desde hace más de cuatro décadas con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Este lunes, Día Mundial del Refugiado, llega a Melilla invitado por el Colegio de Abogados para observar sobre el terreno la situación. Para ello, visitará la Oficina de Asilo y también el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI).
–Usted lleva décadas colaborando con Acnur y ha tenido trato directo con refugiados. ¿Ha estado con ellos en Melilla? ¿Podría mencionar algún caso concreto que le haya marcado?
–Éste es mi primer viaje a Melilla. Tengo especial interés en hacerlo. Sigo muy de cerca el tema de los refugiados y cada día me influye más, por la época especialmente dura que vivimos. Mi idea no es dar lecciones a nadie. Mi intención es enterarme de los problemas y ver cuáles podrían ser sus soluciones. De momento, la colaboración con la Policía es buena y el decano del Colegio de Abogados de Melilla (Blas Jesús Imbroda) es una persona comprometida con el asunto de los refugiados.
Empecé a colaborar con Acnur hace 46 años, en 1970. He estado con refugiados en el aeropuerto de Barajas y veo en sus caras la tremenda tristeza de tener que haber abandonado su país. El derecho de volver a su país tiene que reconocerse de manera oficial. Si cualquiera viviera en Siria y viera a quienes defienden a Bachar el Asad o al Daesh, uno inevitablemente se iría de allí. Si Estados Unidos y Rusia, los dos factores principales del conflicto, se pusieran de acuerdo, todo se arreglaría. La gente quiere volver al país del que procede. En cualquier sitio del mundo se nota la tristeza tremenda que tienen por haber abandonado su país. Es una tristeza imborrable en la cara.
–España concede asilo a escaso número de refugiados, especialmente en comparación con países como Alemania y Suecia. ¿A qué cree que se debe? ¿A que los refugiados prefieren no quedarse en España por la situación económica del país? ¿O a que el Gobierno pone trabas?
–Han tenido experiencias muy buenas en países como Alemania, Suecia, Dinamarca y Finlandia y malas en otros. En España, ni bueno ni malo, sino que el número de refugiados es pequeño. Conocen posiblemente el paro en España y lo difícil que sería encontrar un trabajo. Desde aquí tenemos que hacer un llamamiento más intenso y más válido para acoger refugiados. Hay que acogerlos, pero también integrarlos.
–La mayor parte de los refugiados se queda en países en vías de desarrollo. Son pocos los que alcanzan las zonas desarrollados. ¿Ve posible que algún día se inviertan estos términos?
–Prácticamente el 90% se quedan en países en vías de desarrollo. Ha sido así siempre, no es un fenómeno actual. Líbano y Pakistán, por ejemplo, son países pobres, y acogen a refugiados. El mundo rico tiene que aprender a utilizar la palabra solidaridad con mucha más eficacia y sentido.
–¿Es necesaria una política europea común en materia de refugiados? ¿Lo ve factible?
–Es muy importante que la haya. Si la hay, el problema sería mínimo. Pero cada país tiene su propia política, esa es la verdad. A veces incluso hay regiones o 'landers' dentro de un mismo territorio que aplican sus propias políticas. Tengo poca esperanza en que se cumpla esa política europea común. Soy pesimista porque veo la lentitud de Europa en políticas comunes en todos los terrenos, no solo en éste.
–Ahora estamos en plena campaña electoral. ¿Hay algún partido que esté dando a la cuestión de los refugiados la importancia que merece?
–Los partidos son conscientes de que es un problema, pero no ha figurado en la campaña hasta ahora. Merecería la pena plantearlo. Francesca Priz-Prguda (la representante de Acnur en España) ha hablado con todos los partidos y le han dado buenas palabras. Todos están jugando en una situación comprometida y se dedican a los problemas que creen que merecen la pena. Pero en países como Austria, Francia o Alemania el tema de los refugiados sí ha tenido incidencias políticas.
– Algunas asociaciones pro Derechos Humanos con base en Melilla, como es el caso de Prodein, aseguran que el derecho al asilo es algo que "se compra", en concreto, pagando a los policías marroquíes en la frontera para que les permitan cruzarla. También afirman que sólo se permite comprar ese derecho a los refugiados de cierta raza, pero no a los que llegan de África subsahariana. ¿Qué opina de estas declaraciones?
–Sinceramente no debo opinar porque no conozco esa realidad bajo ningún concepto.
–Entre sus facetas está la de autor teatral. ¿Ha escrito o tiene pensado escribir alguna obra relacionada con los refugiados?
–Lo voy a intentar porque es algo tan dramático que merece la pena ser dramatizado. Sé que ahora empieza a haber novelas y obras teatrales sobre el asunto.