El Club Melilla Baloncesto anunció ayer lo que nadie quería escuchar en esta ciudad, que “ha sido imposible cumplir con las exigencias económicas y de instalaciones deportivas que la ACB requiere”.
La noticia cayó como una losa sobre el ánimo de los jugadores que, con toda la razón de mundo, defienden que la segunda mejor liga de este planeta es un club privado en el que sólo juegan los que tienen pasta. Lo deportivo, al menos para entrar, no cuenta.
También cayó como un cubo de agua fría sobre la afición melillense, que ha visto cómo su equipo hacía historia, pero sólo en los titulares de los periódicos. En la vida real, todo seguirá siendo como era antes de que los jugadores se dejaran la piel en playoffs.
El mundo deportivo español ayer sintió como propio el dolor de los melillenses, que comprobamos que de nada sirve el esfuerzo si no hay dinero de por medio.
Nadie dijo que fuera fácil. El club asegura que venía trabajando desde hace varias semanas para poder materializar lo que se había conseguido en las pistas de juego. Pero reconoce que es muy difícil, si no imposible, reunir, como mínimo, 1,5 millones de euros para empezar a hacer realidad el sueño de una ciudad que ya se veía vistiendo la camiseta del Melilla ante rivales como el Madrid o el Barça.
Por eso han propuesto a la ACB un aplazamiento de las condiciones de entrada, con la intención de que el Melilla se incorpore a la Liga Endesa en la temporada 2017/18. Eso es dentro de un año, tiempo que el Melilla Baloncesto cree que será suficiente para conseguir el dinero y remodelar el pabellón Javier Imbroda.
Nada de lo que digamos en los periódicos nos va aliviar la tristeza que nos produce no poder jugar con los grandes porque no tenemos dinero.
Puede que pequemos de ilusos, pero hubo un momento en que creímos que era posible el ascenso a la ACB. Veíamos a las autoridades reunidas, mirando planos y estudiando proyectos y confiábamos en que el sueño se haría realidad, a pesar de la oposición de algunos políticos locales que manifestaron públicamente su desacuerdo con que la Ciudad colaborara económicamente en el proyecto.
El canon de la ACB nos ha jugado una mala pasada. Ahora hay que sobreponerse. Lo que no puede ser, no será. Estamos hoy, con los pies en la tierra, pidiendo, como hicimos antes, apoyo para nuestros jugadores.
No van a jugar en la ACB, pero los melillenses que queremos que lo consigan tenemos que estar con ellos y hacernos socios de un club que ayer se llevó la peor decepción de su vida. Ha hecho historia, pero qué historia.