l El centro acoge ahora a 490 personas, una cifra muy alejada de los 2.300 ocupantes a los que llegó en el año 2014 l Se están arreglando habitaciones y cuartos de baño
Apenas 490 personas conviven ahora mismo en el Centro Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla, aunque tras las obras de mejora su capacidad máxima es de más de un millar.. La cifra tiene poco que ver con las que se han venido manejando durante los últimos años. En las retinas de todos están las imágenes de la instalación de tiendas de campaña tanto dentro como fuera del centro para poder dar cabida a todos los inmigrantes que llegaban a nuestra ciudad. Sin embargo, la situación no parece que vaya a permanecer tan tranquila por mucho tiempo. Fuentes del CETI aseguraron ayer en declaraciones a El Faro que se están aprovechando estos momentos de sosiego para adecentar las instalaciones, porque temen que la situación en Europa con los refugiados propicie una nueva "oleada" de sirios en un corto espacio de tiempo.
"Si se cierra una ruta van a abrir otra y es probable que lleguen por Melilla", aseguraron. Ante esta previsión, en el CETI no quieren que una nueva sobreocupación los coja de imprevisto. Por eso están adecentando las habitaciones, arreglando pequeños desperfectos en los baños y dejando el centro en perfecto estado ahora que hay espacio y que los trabajadores no están tan saturados.
Módulos de ampliación, vacíos
La reducción de residentes en el CETI también se nota en la convivencia. En mayo de 2014 el centro llegó a albergar más de 2.300 inmigrantes después del salto de más de medio millar de subsaharianos del 28 de ese mes. En aquellos momentos en lo único que podía pensarse era en cubrir las necesidades básicas de todos los habitantes del centro, una tarea que no resultaba sencilla. Más aún teniendo en cuenta que un año antes ya había sensación de sobreocupación con un millar de personas durmiendo en las instalaciones.
Ahora, por fin, el número de personas acogidas en el CETI se adecua a las características de un centro que estaba preparado para 480 residentes inicialmente, aunque su capacidad se elevó a un millar tras las obras. Los módulos que se instalaron para ampliar las instalaciones por la sobreocupación constante que sufría no están siendo utilizados actualmente. Además, se han recuperado algunas de las aulas que habían tenido que ser habilitadas como dormitorios. Las familias pueden dormir juntas y las colas para comer son ahora cosa del pasado.
Las fuentes del centro consultadas por El Faro apuntan que siempre hay rencillas en las instalaciones, algo lógico teniendo en cuenta que en el CETI conviven cerca de medio millar de personas de una veintena de nacionalidades distintas, con costumbres dispares y edades diferentes. No obstante, el hecho de que la atención sea más adecuada y las habitaciones estén más limpias ayuda a que los residentes estén más tranquilos que hace un tiempo.
No bajar la guardia
Eso sí, desde el centro insisten en que no hay que bajar la guardia. Los rápidos traslados de los ciudadanos sirios por ser demandantes de asilo y la casi total ausencia de saltos a la valla han propiciado el panorama actual. Sin embargo, hay factores que hacen estar atentos a los responsables del centro. Por un lado está la previsible llegada de sirios en los próximos meses, lo que podría volver a incrementar considerablemente el número de habitantes. Por otra parte, señalan que no podemos olvidarnos de que la valla sigue ahí y de que en cualquier momento puede volver a producirse un salto masivo que cambie totalmente el panorama de las instalaciones. El 20 de marzo, de hecho, hubo un intento de entrada de 300 subsaharianos. Una llegada de este tipo volvería a complicar considerablemente la situación del CETI.
En cualquier caso, por ahora los residentes y los trabajadores pueden 'disfrutar' de esta calma, dure lo que dure. El CETI está en estos momentos en la situación para la que fue construido algo que hace muchos años que no se veía.
Quedan 70 sirios, hay unos 180 subsaharianos, la mayoría de Guinea Conakry, y un ciudadano de Yemen
Actualmente, lo mismo que ocurría cuando se producían saltos a la valla, la mayoría de los residentes en el centro son varones, aunque también hay familias, sobre todo entre los de nacionalidad siria. En el CETI conviven personas de una veintena de nacionalidades distintas, de los que alrededor de 180 son subsaharianos, la mayoría de éstos asegura proceder de Guinea Conakry, aunque este dato es difícil de confirmar para el propio personal del centro. Entre los 70 sirios que aún están en las instalaciones predominan las familias. De éstos, los que siguen dentro es o bien porque no son solicitantes de asilo, lo que afecta sólo a una minoría, o bien porque hay algún tipo de papeleo por resolver, por ejemplo si ha sido necesario realizar pruebas de ADN o si se trata de matrimonios mixtos, es decir, de personas de diferente procedencia. También hay nacionalidades muy minoritarias. Es lo que le ocurre a un ciudadano procedente de Yemen y otro de Bangladesh. Ninguno de los dos tiene a ningún compatriota conviviendo con él en el centro.
La mayoría de los residentes son ahora argelinos
La nacionalidad mayoritaria en el CETI ha pasado a ser la argelina desde principios de este año. Según explican a El Faro fuentes del centro, el hecho de que se haya reducido la presencia de sirios en la frontera de Melilla ha hecho que las mafias que trafican con personas busquen otro ‘objetivo’. En este caso, han sido los argelinos. Desde el CETI aseguran que estas organizaciones optan por los ciudadanos que mejor paguen sus servicios y parece que ese colectivo ahora está compuesto por los inmigrantes procedentes de Argelia. La mayoría de ellos son hombres y la cifra supera los dos centenares.