El eco de la inmigración ha llegado hasta Alemania, donde el alcalde por Los Verdes de Tübingën (40 km al sur de Stuttgart) lanzó ayer al diario “Spiegel” unas controvertidas declaraciones analizando diversas cuestiones de política migratoria en su país.
En la conversación de Palmer con ‘Spiegel’, el político pone de ejemplo los enclaves fronterizos de Melilla y Ceuta, pues considera que no hay que ejercer la violencia física con las personas cuando tienes un perímetro territorial tan bien protegido como el español.
El regidor de Tübingen reconoce estar preocupado por el “descontrol de la población”, y aboga no por “decir que nadie más pueda entrar, sino decidir quién ha de hacerlo, como se viene realizando en España”.
Apremia a Europa a incrementar el control aduanero en los países de la Unión, pues alega que “si cada uno que quiera pasar la frontera ha de cruzar un control, la cantidad de refugiados se reduciría drásticamente”.
Considera Palmer que es el momento de “acabar con la ‘política de Pipi Langstrum’, en la que todo el mundo cabe”. No considera que haya que cerrar las fronteras totalmente, pero “lo que no podemos hacer es recibir a toda la gente, tenemos que ayudarlos allí donde viven”, concluyó el gobernante.
La nación teutona ha recibido 500.000 solicitudes de asilo desde enero de 2015, la mayor parte de ellas provenientes de ciudadanos sirios, según cifras de Eurostat. Es ahora, pues, cuando Alemania empieza a sentir las consecuencias directas que la inmigración trae adherida, algo que viene padeciendo España desde hace bastantes años.