La familia de la pequeña busca una ONG que les ayude a costear la consulta de un especialista que dé un tratamiento más eficaz a la pequeña
Nadia es una preciosa niña de diez años que ha visto cómo una enfermedad de la piel le impide caminar. Padece una dermatitis atópica crónica y eso se traduce en que sufre heridas en la planta de los pies con cierta frecuencia. Cuando tiene un brote muy fuerte es incapaz de apoyar los pies. Tiene que desplazarse a gatas por la casa. Su familia no cuenta con recursos económicos suficientes para costear un médico privado y viajar a la península en busca de un mejor diagnóstico y tratamiento. Por eso, pide ayuda a una alguna ONG que pueda echarles una mano y acompañarles en esta lucha. El objetivo es que Nadia no pierda la sonrisa y aunque esta enfermedad no se pueda curar, que tenga mejor calidad de vida.
La historia de esta pequeña comenzó hace más de un año, cuando las plantas de sus pies se llenaron de una especie de heridas. Sus padres afirman que gracias a la pediatra que tiene la niña en Melilla han conseguido que la vea un especialista de Málaga.
Hasta diciembre del pasado año no recibió el diagnóstico de que esas llagas son fruto de una dermatitis. Pero ya han pasado cuatro meses desde que comenzó con el tratamiento específico y la niña no mejora. Por eso desean ira a otro dermatólogo de la península para que les haga un segundo diagnóstico, le practique más pruebas y les dé otro tratamiento mejor para la pequeña. Es muy duro ver a la niña de diez años sin poder caminar y con esas molestias en las plantas de los pies, asevera la madre de la pequeña, María Dolores Márquez.
La familia quiere buscar otra solución para su pequeña antes de rendirse y conformarse con como está ahora. De ahí en su insistencia en buscar una segunda opinión de un experto.
Cambios en la vida de Nadia
La vida de Nadia ha cambiado mucho desde que aparecieron estas llagas. Dejó de ir al colegio durante un tiempo. De hecho, cada vez que tenía un brote grande y no podía caminar, faltaba a clase.
Por suerte para ella, hay personas en la ciudad que ya han empezado a ayudar a su familia. Desde hace meses su madre andaba buscando como loca una silla de ruedas para la niña. El objetivo era que pudiera ir al colegio y desplazarse con ella por el centro. Pero no había forma de encontrar una en Cáritas y ni en otras ONG’s. Tampoco sus padres tienen dinero para comprar una silla de ruedas. Pero hace unos días, una amiga de la familia pensó en poner un mensaje de petición de ayuda en un grupo de Facebook ‘Melilla Solidaria’. El mensaje lo puso el jueves por la mañana y por la tarde, un melillense que tiene un hijo con discapacidad donó a Nadia una silla de ruedas. Ya no perderá más clases.
Mala situación económica
La madre de esta pequeña explica que apenas cuentan con recursos económicos para llegar a fin de mes. Ella tiene una discapacidad de un 70% y recibe una paga de unos 300 euros. Su marido está en paro desde hace unos años y sólo recibe unos 260 euros de ayuda. En este hogar sobreviven con menos de 600 euros al mes y por ello, no pueden hacerse cargo de comprar ni sillas de ruedas ni de costear un viaje a la península y un médico privado.
Márquez asevera que ya es muy costoso el tratamiento de Nadia, pues aunque las medicinas no sean caras, sí lo es el gel, el champú y las cremas que debe utilizar por su enfermedad.
Esta madre, que tiene otros dos hijos, una mayor que Nadia y otro más pequeño, sólo pide que le asesoren desde alguna ONG para ver cómo puede lograr que un médico experto en este tipo de casos atienda a su hija y le dé otro tratamiento. No sabe a quién recurrir.
El pasado miércoles ya estuvieron en el Imserso, donde le informaron de que la pequeña podrá recibir una ayuda económica debido a las secuelas que tiene esta enfermedad. Sin embargo, es necesario que primero se hagan los trámites para que reconozcan una discapacidad a Nadia. Pero Márquez no puede estar parada mientras que llega ese dinero de la Administración. Afirma que no puede cruzarse de brazos y por ello solicita la ayuda de los melillenses para conseguir llevar a su hija a la península a la consulta de un dermatólogo especialista. Asevera que lo único que desea es que su hija recupere la alegría que ha perdido desde que esta enfermedad hizo acto de presencia en sus vidas.