La Policía Nacional ha detenido en Melilla a un joven que con apenas 19 años ya tiene imputados al menos 18 robos con violencia.
Al chico no le bastaba con desvalijar a sus víctimas a punta de navaja y quitarles el móvil, la moto o la cartera, sino que además necesitaba contarlo en el barrio.
Tenía a sus vecinos amedrentados con lo que él consideraba que eran sus hazañas, unas historias terroríficas que se encargaba de pregonar a los cuatro vientos.
La Policía Nacional ha encontrado en su casa un arsenal de armas blancas, desde navajas hasta hachas, así como varios objetos sustraídos a las víctimas que tuvieron la mala suerte de cruzarse en su camino.
El joven pasó a disposición judicial y el juez lo ha mandado directo a prisión, para que cuente entre rejas lo bien que se lo pasaba robando en la calle.
Estamos hablando de un adolescente de 19 años y de unos vecinos que, según la nota de prensa de la Policía Nacional, no se atrevieron a denunciar al ladrón.
El joven pudo robar con violencia hasta en 18 ocasiones, que se sepa hasta ahora, para que finalmente la Policía Nacional reuniera todas las pruebas para detenerlo. Y eso que esto no es Madrid y que en Melilla todo se sabe.
Incluso su detención fue de película. El ‘caco’, al verse acorralado, saltó desde la ventana de su casa hasta la azotea de un edificio vecino. Finalmente no logró escapar porque los agentes policiales previeron que se enfrentaban a un hueso duro de roer y tenían bien acordonada la zona.
En definitiva, que volvemos al tema de la seguridad en las calles. Este mes hemos tenido noticia de la denuncia de una violación y de un intento de abuso sexual. Uno de los detenidos también tenía un rosario de antecedentes penales relacionados con delitos sexuales. ¿Cómo es posible acumular delitos graves en una ciudad de 12 kilómetros cuadrados?
Puede que no lo sepamos nunca. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad ponen la mano en el fuego y certifican que Melilla es una ciudad segura. Pero no es suficiente. Queremos más. Y es legítimo aspirar a una ciudad sin delincuentes.
Es difícil y lo sabemos, pero los nórdicos lo han conseguido y no tienen un gen extra para cumplir con la ley. Rateros, bandoleros y narcotraficantes los hay en todas partes. Faltan quizás más agentes en las calles y más control en la frontera. Muertos nos hemos quedado con la confesión policial de que el coche robado que no se detecte en el puerto, no hay forma de pararlo en la frontera.