Algún día la consejera de Bienestar Social, María Antonia Garbín, quizá sepa los motivos de la baja asistencia a los comedores escolares abiertos este verano para alimentar convenientemente a los niños de familias con dificultades económicas.
Ayer la pregunta quedó en el aire. “Estamos estudiando la situación”, se limitó a decir, pero no explicó por qué no la habían ‘estudiado’ antes de presupuestar 400 plazas. Tal vez ese ‘estudio’ hubiera servido para descubrir que durante el mes del Ramadán la demanda no iba a superar el centenar de solicitantes. Quizá se hubiera percatado de que muchos niños ya estaban siendo atendidos, por ejemplo, en las colonias de Cáritas. Acaso hubiera podido ahorrar a las arcas públicas el 75% del presupuesto de esos comedores escolares. Probablemente hubiese podido dedicar ese dinero a fines sociales distintos a Tribu Melilla, que este año contará con 50.000 euros. Sobre esta controvertida cantidad y su forma de asignación, dijo que la mayor parte de ese dinero (35.000 euros) procede del Plan Nacional Antidrogas. Sin embargo, no aclaró por qué, si pretendía asignar esa partida a actividades contra el consumo de estupefacientes o alcohol, no la ofertó de manera específica para dicho fin. También quedó sin explicación el motivo por el que Tribu Melilla no ha comenzado aún, cuando la Guía de Verano de 2014, editada por la Ciudad, informa de que debió empezar el 3 de julio para terminar el 10 de agosto.
En relación a la explicación de la consejera de que asignó 1.000 euros a EAPN porque ésa fue la cantidad que había solicitado esta ONG, sobran las palabras si ése es el único argumento para aprobar o denegar ayudas. La consejera de Bienestar Social tiene la costumbre de llevar el debate a unos extremos en los que cualquier intento de razonamiento está abocado al fracaso. Está fuera de toda lógica, por ejemplo, que defienda a capa y espada el mantener abiertos los comedores escolares, cuando nadie ha planteado la posibilidad de su cierre. Tampoco tiene sentido que la Consejería de Bienestar Social decida diferenciar entre subvenciones nominativas y ayudas de carácter institucional para asociaciones sin ánimo de lucro y luego se asignen unas y otras partidas de un modo discutible en el que no se observa con claridad la diferenciación que destacada por la propia consejera. Se demuestra de este modo una vez más que María Antonia Garbín es capaz de entrar en contradicción consigo misma y al mismo tiempo que pretende querer llevar razón. Ocurrió así con las medidas adoptadas respecto a los niños sirios y las protestas de los padres que éstas generaron frente a su consejería. Pasó lo mismo con la decisión de desentenderse de la tutela de los menas acogidos en la Purisma a las 24 horas de su ausencia pese a ser un criterio no compartido en toda España por ningún otro consejero de su área ni por ningún ente oficial encargado de velar por los derechos del menor. Sucedió cuando salió en defensa de las redadas en busca de menas en El Pueblo y las escolleras y las sindicatos de policías y guardias civiles le advirtieron de que no servían de nada porque los niños estaban al día siguiente de vuelta en la calle. Ayer se refirió a estas mismas operaciones como “cansinas”. Dentro de un tiempo rectificará, dirá que la solución está en seguir el método de Ceuta, donde no hay menas deambulando por sus calles. Entonces volverá a defender que tenía razón a pesar de haber estado siempre equivocada. En su argumentario imposible todo es blanco y negro a la vez.