ONGs que trabajan en el CETI han detectado casos de mujeres que entran en patera o en dobles fondos traídas por redes que las vigilan dentro del propio Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes.
La ruta africana de las redes dedicadas a la trata de seres humanos con el fin de explotarlos sexualmente en España parte de Nigeria y entra en la península a través de Marruecos (Tánger) y de las ciudades de Melilla y Ceuta, según confirmaron ayer a El Faro desde el Ministerio del Interior.
Las investigaciones policiales han detectado que la ruta de importación de mujeres nigerianas con el fin de obligarlas a trabajar en el negocio de la prostitución en España tiene dos vías de acceso a la península. Una sale de Nigeria en dirección a Níger, pasa por Argelia, llega a Marruecos y entra en España a través de Melilla o Ceuta. La otra parte de Nigeria hacia Senegal y de ahí, a Marruecos, utilizando la vía de Tánger, Melilla o Ceuta. Así lo recoge un mapa incluido en el informe anual ‘Prevención y lucha contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual 2013’ hecho público por Interior en el día de ayer.
Según este estudio, el reclutamiento de las víctimas se produce en sus lugares de origen y continúa con el tránsito por diferentes países. Además, al tratarse de un fenómeno reciente en nuestro país, el negocio está alcanzando “dimensiones preocupantes”. El año pasado la Policía Nacional y la Guardia Civil detuvieron a 753 personas y desarticularon 96 grupos criminales vinculados con la trata de seres humanos con fines de explotación sexual. En sólo un año, el número de detenidos por tráfico aumentó un 77% y por explotación sexual, un 10%.
La mayoría de las víctimas de la trata detectadas en 2013 en España eran nigerianas (entre ellas, cuatro menores de edad), rumanas y paraguayas, mientras que chinas, rumanas y españolas copan las estadísticas de mujeres explotadas sexualmente.
Invisibilidad de las víctimas
ONGs vinculadas al trabajo con inmigrantes en el Centro de Estancia Temporal de Melilla confirman a El Faro que tienen constancia de que en el CETI se dan casos de mujeres víctimas de la trata. Sin embargo, el alto índice de ocupación dificulta la detección.
Aún así, en cuanto las ONGs tienen indicios de que una mujer puede ser víctima de la trata, informan a la dirección del centro. Asimismo, desde el CETI, conocedores de sus limitaciones, también dan parte de casos sospechosos en cuanto se producen traslados a los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIEs) o casas de acogida de organizaciones no gubernamentales en la península.
El primero de los indicios que levanta la liebre es la forma en que la mujer llega a Melilla y el tiempo que tarda en hacerlo. “Como las consideran mercancía, las cuidan mucho porque de ellas depende su negocio. Las víctimas de la trata nunca saltan la valla. Entran en la ciudad en patera o en dobles fondos de vehículos y una vez en el CETI, apenas hablan con nadie porque miembros de esas redes las vigilan desde dentro del centro”, señalaron ayer a El Faro.
Las ONGs coinciden con el estudio de Interior de que este tipo de situaciones se da, sobre todo, con mujeres de 30 a 40 y tantos años, procedentes de Nigeria, aunque también ha habido casos de camerunesas.
Para detectar situaciones anómalas, las ONGs organizan cursos de ocio y tiempo libre. En estos talleres las educadoras sociales hacen por intimar con las personas que sospechan que son víctimas de la trata.
Es un trabajo paciente y muy difícil porque muchas de estas víctimas no saben que las obligarán a prostituirse al llegar la península. Piensan que tienen un trabajo asegurado y no comentan absolutamente nada con las monitoras por temor a perder esa oportunidad.
Sin embargo, en cuanto a alguna inmigrante se le escapa que ha estado en Marruecos viviendo en la casa de un hombre que la ha tratado muy bien o que para llegar a Melilla ha contraído una deuda, saltan todas las alarmas y se activan los protocolos contra la trata de seres humanos.
Marruecos hace una macrorredada en el Gurugú para despejar el monte
La Gendarmería marroquí ha retomado las redadas en las montañas del Gurugú para despejar el monte de inmigrantes subsaharianos.
Aunque el mes pasado apenas una treintena de personas consiguió saltar la valla (las autoridades sólo reconocen 20), la presión migratoria continúa en la alambrada que separa Melilla de Marruecos.
El pasado 14 de junio cerca de un millar de subsaharianos intentó saltar la valla. Cuatro días después en torno a unos 400 inmigrantes se acercaron al perímetro fronterizo entre Río Nano y Mariguari.
Otro centenar fue interceptado este fin de semana por Fuerzas marroquíes en las cercanías de la valla por la zona de Barrio Chino.
Las Policías marroquí y españolas saben que es cuestión de tiempo que los inmigrantes acampados en las montañas de Nador asalten el perímetro fronterizo.
Tras los intentos de saltos, muchos subsaharianos, como viene siendo habitual, son deportados en autobuses a Rabat y Casablanca incluso heridos, pero los que logran quedarse en el Gurugú están dispuestos a dar el salto en cualquier momento.
Los ánimos en el monte están caldeados. La semana pasada la agencia AFP informó de una pelea entre cameruneses y malienses en el monte, que se saldó con una veintena de heridos: Luchaban por el reparto de la comida.
En pleno mes de ayuno del Ramadán, los inmigrantes lo tienen más difícil para pedir limosnas en mercados y plazas de abasto de Nador y Beni Enzar.
Pero probablemente la redada en el Gurugú haya estado motivada también por la visita que inició ayer a Rabat el Rey Felipe VI. El monarca alauí no querrá correr el riesgo de que su invitado de honor se entere de un salto a la valla durante su estancia en Marruecos.
En cualquier caso, hay que tener en cuenta que la presión migratoria se está comportando en junio y julio de este año de manera similar al ejercicio pasado, cuando los saltos estuvieron bajo control durante la Operación Paso del Estrecho.
En 2013 la ‘tranquilidad’ en la valla se achacó al refuerzo de la vigilancia en la parte marroquí. Este año se atribuye la ‘calma’ a la colocación de “la crucial malla antitrepa” a lo largo del perímetro fronterizo de Melilla.
Hay que tener en cuenta que en agosto del año pasado los inmigrantes retomaron el ritmo de saltos a la valla, aprovechando la ruptura del ayuno de la Policía del país vecino. Habrá que ver si este año ocurre lo mismo.
Marcadas por la crueldad
ONGs como Cáritas en Rabat y Médicos sin Fronteras suspendieron su labor humanitaria en Marruecos el año pasado en protesta por la crueldad de las redadas que llevaba a cabo la Gendarmería marroquí en los campamentos de inmigrantes del monte Gurugú.
Subsaharianos entrevistados por El Faro en el CETI han confirmado a este periódico que cuando llega la ola de batidas policiales en las montañas, éstas se producen al amanecer y pueden durar toda la mañana, por lo que los inmigrantes que no son apresados y deportados a Rabat y Casablanca terminan exhaustos de tanto correr y no pueden intentar saltar la valla.
También han comentado a este periódico que al menos un camerunés se lanzó a un precipicio y murió tras ser perseguido por ‘mejanis’ a primeros de este año, durante una redada en el monte Gurugú.
Desde la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) de Melilla creen que las batidas en las montañas son eficaces porque evitan que los inmigrantes lleguen a la valla y se enfrenten cuerpo a cuerpo con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad españolas y marroquíes.
Sin embargo, tanto Cáritas como Médicos Sin Fronteras han denunciado los excesos y violaciones de derechos humanos que cometen los gendarmes con los inmigrantes irregulares en las montañas de Nador, sin testigos.
Fuego, palizas y deportaciones masivas a Rabat
Melilla ha sido testigo en más de una ocasión de los efectos secundarios de las redadas de la Gendarmería marroquí en el Gurugú. Desde la ciudad se han podido apreciar en varias ocasiones las columnas de humo que deja la quema de los campamentos de inmigrantes. Cáritas ha dado fe de que los subsaharianos deportados a Rabat llegan apaleados.