Ha transcurrido más de un mes desde la finalización de la Feria de Melilla y del inicio del curso escolar. Allá, por el 9 de septiembre, los niños se reencontraron con sus compañeros de clase y sus profesores.
También regresaron a las aulas los escolares del colegio León Solá, incluidos los 300 cuyos padres habían previsto que utilizaran el servicio de comedor del centro. Han pasado los días, hemos estrenado una nueva hoja del calendario y esas instalaciones continúan cerradas. Han permanecido así todo este tiempo por “problemas de organización”, según explica hoy en El Faro el director provincial de Educación, José Manuel Calzado.
El asunto ya es grave por sí sólo, pero lo es aún más si se tiene en cuenta que muchos de estos 300 niños pertenecen a familias en riesgo de exclusión social. Son solicitantes de becas de comedor y en estas dependencias del colegio León Solá iban a recibir una alimentación adecuada para su desarrollo que no todos tienen garantizada en sus hogares.
Por desgracia, la situación de este centro no es única. Tampoco han estado abiertos los comedores de otros colegios desde el mismo día que se produjo la vuelta a las aulas. El director provincial de Educación afirma que no se trata de una novedad. Viene ocurriendo así un curso tras otro. El argumento puede ser entendido como justificación, pero también es posible verlo como una demostración de ineficacia o desidia de los distintos responsables que año tras año han venido ocupando el cargo que hoy desempeña José Manuel Calzado.
Y para más inri esta situación se produce después de un verano en el que se han ofertado 400 plazas de comedor para niños de familias en riesgo de exclusión social, de las que sólo se han utilizado 120. Las 280 restantes (un número muy cercano a los solicitantes de servicio de comedor en el León Solá) han quedado sin ser utilizadas porque ningún responsable de la Dirección Provincial de Educación o de la Consejería de Bienestar Social cayó en la cuenta de que esa ayuda ya estaba siendo ofrecida por otras instituciones o ONGs.
La meticulosidad con la que ahora se mira el gasto en el León Solá se echó tan en falta este verano en los comedores como hoy se echa de menos esa predisposición para utilizar el dinero público para un fin social igual de necesario.
Mientras tanto, la burocracia que todo lo puede mantiene cerrada la puerta del comedor de León Solá. Los cálculos más optimistas de Calzado indican que los 300 niños podrían empezar a utilizar ese servicio esta semana. En el peor de los casos, siempre según las estimaciones del director provincial de Educación, tendrán que esperar hasta el lunes. De cualquier forma, el colegio León Solá abrirá tarde su comedor, como viene ocurriendo en los últimos años, según la excusa, justificación o confesión ofrecida por José Manuel Calzado sobre unos “problemas de organización” que afecta a 300 niños.