Cientos de marroquíes, en su gran mayoría menores, trataron de entrar la madrugada de ayer miércoles en Melilla por la frontera de Beni-Enzar, una avalancha que fue controlada por las fuerzas marroquíes, que optó por cerrar los portones de forma intermitente para impedir el paso a estos jóvenes pero, al mismo tiempo, dejar que los coches procedentes de Marruecos pudieran acceder a la ciudad.
La Delegación del Gobierno confirmó por la mañana que la situación quedó totalmente resuelta sobre las tres de la madrugada y que ninguno de los que intentaron llegar a Melilla consiguió su objetivo. La cuestión está en que, al parecer, esos marroquíes llegaron desde distintos puntos de su país hasta Beni-Enzar con la esperanza de entrar en la ciudad y no va a ser tan fácil que regresen a sus puntos de origen sin más.
¿Por qué se produce esta avalancha masiva en la que participaron entre cuatrocientos y quinientos marroquíes? El secretario general del Sindicato Unificado de Policía (SUP) en Melilla, Jesús Ruíz Barranco, tiene claro que se trata de imitar lo que está sucediendo en Ceuta, donde cada día llegan decenas de menores hasta el punto de colapsar la capacidad de acogida de la ciudad hermana.
El presidente melillense, Juan José Imbroda, coincide en parte con esa apreciación. En su opinión, se está produciendo un "efecto llamada" después de que esos menores migrantes que están en Canarias y Ceuta estén siendo repartidos por distintas provincias españolas. Es la mejor forma de llegar a la península: pasan ilegalmente a un territorio español totalmente cercano y luego ya hay quienes se encargan de llevarlos a su destino real fuera de África.
Ambos análisis, que parecen complementarios, pueden explicar el porqué en la madrugada de ayer se produjo ese intento de acceso irregular a la ciudad. No es de extrañar tampoco que, al no conseguirlo vía terrestre, aumente el número de nadadores que salen desde las rocas del puerto de Beni-Enzar en dirección a nuestro Dique Sur.
La Asociación Española de Guardias Civiles señalaba que los nadadores son interceptados cada día. Se trata de jóvenes, muchos de ellos adolescentes, que se esconden entre las piedras del puerto marroquí y buscan alcanzar el Dique Sur después de comprobar la imposibilidad de entrar en Melilla por Beni-Enzar. Son chicos que pululan entre los coches buscando la oportunidad de colarse, algo muy difícil de conseguir, según reconocía esta asociación profesional del instituto armado.
El caso es que los menores migrantes vuelven a poner sus ojos en nuestra ciudad de forma masiva. Ayer les fue imposible atravesar la frontera gracias a la actuación de las autoridades marroquíes, pero el problema no ha terminado ahí ni mucho menos. Por eso la colaboración de Marruecos resulta fundamental para controlar a esos migrantes, que volverán sin duda a intentarlo cada vez que puedan.
La situación que se está viviendo en puntos calientes como Canarias y Ceuta debe servir para tratar de impedir que Melilla forme parte de esos territorios, agobiados por una migración que no cesa y que ya busca nuevos horizontes, como ocurrió también ayer con las pateras que llegaron a las costas de Cádiz, Alicante e incluso las Islas Baleares.