Hace ahora algo más de dos años, miembros de la Asociación Melillense de Submarinísmo (Buceo Melilla), se plantaron el objetivo de localizar y documentar los restos del guardacostas Larache. Durante ese tiempo se procedió a la recopilación de información sobre el mencionado buque, que una vez analizada y filtrada, les facilitó una posición posible donde buscar los restos del pecio. Aun siendo un lugar de no demasiada profundidad, sus características geográficas y geológicas favorecen la aparición de fuertes corrientes que dificultan las inmersiones en esas coordenadas. Así, esperaron pacientemente el momento idóneo para buscar al Larache. Construido en 1918 para la Armada Francesa en los Astilleros de Burdeos, fue botado con el nombre de Poilu.
En 1922 fue vendido a la Armada Española y desde su incorporación como buque del Estado Español, ya con el nombre de Larache, desempeñó importantes misiones en la Fuerza Naval del Norte de África, siendo muy activo durante la Guerra del Rif. Con 41 metros de eslora por 7,5 de manga y un desplazamiento de de 110 TRB, zarpó, en febrero de 1949, de su puerto base en Ceuta con destino a Melilla donde, al parecer, participaría, un par de días después, en la visita a esta última del Alto Comisario de España en Marruecos; el General Varela. Pero el Guardacostas Larache, no llegó a su destino. El 6 de febrero de 1949 a escasas 10 millas náuticas de arribar al puerto de Melilla, el buque colisionaba con la traicionera Laja del Tío Pinar o Laja del Fraile, en la costa occidental del Cabo tres Forcas. Aun siendo prontamente auxiliado por otros buques tanto de la Armada, como del propio puerto de Melilla, su pérdida no pudo ser evitada y allí se hundió. Toda su tripulación, sana y salva, fue rescatada y trasladada al puerto de Melilla.
70 años después
La mañana del 9 de marzo de 2019, se daban las condiciones casi perfectas para intentar bucear en el lugar para localizar los restos del pecio. Concienzudamente planificada, a las 11:15 horas, se inició una inmersión que descendería en dirección SW, desde los 4 metros en la pared de piedra de la laja, hasta alcanzar el tenedero de arena a 17 metros de profundidad.
Nada más iniciar el descenso por la pared empezaron a visualizarse, camufladas ya por las concreciones marinas, piezas metálicas y agrupaciones de cabos, que auguraban ir por el buen camino. Apoyadas en la roca y casi inadvertidas, de no ser por su forma cilíndrica, se toparon con un par de vainas vacías de munición de 120 mm. Era precisamente el armamento que llevaba el Larache, un único cañón de ese calibre.
Cada oquedad de la colina de piedra mostraba planchas de metal retorcidas por las presiones del hundimiento, tuberías, ejes, y otras muchas piezas que formaron parte en su día de este buque de Estado. Terminada la colina de piedra y ya a casi 14 metros de profundidad, empieza el lecho de arena, casi una planicie que desciende con muy poco ángulo. Allí, aparecieron las estructuras que quedan del pecio, mostrándose en varias secciones de restos, a escasos metros entre ellas, en una línea de aproximadamente 30 metros hasta el último de los restos que los buceadores localizaron (clara sección de un costado del buque), ya que el aire consumido y la profundidad obligaban a dar por terminada esa fantástica visita, 70 años después, a los restos de un buque que sirvió con honor a su país.
Responsables de Buceo Melilla, A.M.S, han querido destacar que tan sólo se tomaron fotografías y videos de los restos del Larache, actuando con el cuidado y el respeto que merecen los restos de la historia. Lo que de ese buque queda permanece y debe permanecer, por siempre allí, bajo el mar, donde pereció. De la misma manera han querido agradecer a aquellos que de una u otra manera les ayudaron y muy particularmente a la Comandancia Naval de Melilla y al Departamento de Patrimonio Sumergido del Instituto de Historial y Cultura Naval.