Madre y Patrona nuestra:
Hoy me dirijo a ti como Hermano Mayor de la Junta de Gobierno de tu Congregación en Melilla. Lo hago con ilusión, con fe y con la esperanza de estar a la altura que dicho cargo exige. Pero también con la misma sencillez y devoción con la que te miraba en tu camarín de la iglesia de la Purísima Concepción, siendo niño. El pasado mes de diciembre nuestros congregantes depositaron su confianza en mí y en las personas que me acompañan en esta nueva etapa. La devoción por ti nos ha unido, y queremos que nuestros actos sean en tu honor y para glorificarte siempre.
Este pueblo te eligió hace siglos como su Patrona, como su Protectora. Aunque desconocemos la fecha exacta de hecho tan relevante, si sabemos que un tres de febrero del año 1756 los habitantes de la Plaza de Melilla te ratificaron como tal.
Aquel día, siendo gobernador Antonio de Villalba y Angulo, todos juraron perpetuar como Patrona a María Santísima de la Victoria.
Este voto lo renovamos públicamente cada ocho de septiembre, aunque en nuestros corazones siempre plenos de amor mariano lo hacemos a diario, y mucho más cuando nos acercamos a verte al Sagrado Corazón de Jesús. Allí esperas impaciente nuestra visita, como cualquier madre añora la llegada de un hijo.
Melilla quiso honrarte aún más y el 13 de junio de 1948 eras coronada canónicamente. Quienes tuvieron el privilegio de vivirlo en primera persona recuerdan que fue un día memorable. Cincuenta años después en el mismo mes y día, fuiste nombrada Alcaldesa Honoraria Perpetua. ¡Todo reconocimiento es poco para cuanto hemos recibido y seguimos recibiendo de Ti!
El destino ha querido que otro tres de febrero, pero de 2022, transcurridos 266 años, fuese aprobada la nueva Junta de Gobierno por el Vicario General D. Antonio Jesús Coronado Morón y el Secretario General Canciller D. Francisco García Villalobos.
En la Eucaristía del pasado sábado día 12, tras la Comunión, nuestra secretaría pronunciaba en voz alta las siguientes palabras:
“¿Juráis cumplir lo dispuesto en los estatutos y desempeñar las obligaciones que como cargos de la Junta de Gobierno en ellos se recogen, haciendo de vuestro cargo un servicio a los Hermanos y a la Santísima Virgen de la Victoria, para mayor gloria de su nombre y beneficio de la Iglesia?”
A continuación cada uno de nosotros fue prestando juramento ante tu Bendita Mirada.
¡Virgen de la Victoria!, te pido para todos estos hijos tuyos la fuerza necesaria para glorificarte. Que seamos dignos de Ti y de la responsabilidad que hemos asumido.
Tú que siempre has protegido a los melillenses, ahora más que nunca, Madre del Cielo, te pido que no nos desampares. Vuelve tus ojos misericordiosos hacia esta ciudad y hacia el mundo sumido en la mayor de las tristezas causada por la muerte de quienes han contraído esta terrible enfermedad.
Se Tú el bálsamo que cure las heridas del que sufre, quien enjugue las lágrimas del que llora en momentos difíciles. La luz del que vive sumido en la oscuridad, el refugio de quien se halla perdido.
Señora y Madre Nuestra, ilumina nuestro caminar para que actuemos con sabiduría y seamos capaces de transmitir la devoción mariana que albergamos en nuestros corazones.