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El asesinato de Miguel Ángel Blanco supuso un antes y un después en la lucha contra ETA
Melilla se sumó ayer a los homenajes a Miguel Ángel Blanco que se han estado celebrando por todo el país a lo largo de esta semana en el 20 aniversario de su asesinato por parte de la banda terrorista ETA. En nuestra ciudad, miembros del Gobierno y la oposición se concentraron frente a las puertas del Palacio de la Asamblea y guardaron un minuto de silencio en su memoria y en la de todas las víctimas del terrorismo.
En la memoria de todos quedan aquellos dos eternos días del caluroso julio de 1997, en el que la banda terrorista mantuvo secuestrado al concejal del PP de Ermua Miguel Ángel Blanco, de 29 años, al que mató después de dos tiros en la nuca.
ETA había lanzado todo un órdago al Gobierno central exigiendo el acercamiento de los presos de la organización hasta las cárceles del País Vasco y, ante la negativa del Ejecutivo a ceder al chantaje terrorista, cumplió con su amenaza de asesinar al joven.
Frente a la desunión mostrada ante otros actos terroristas anteriores, la sociedad española materializó su rabia e indignación saliendo a las calles en la más grande movilización que hasta entonces había tenido lugar contra la banda.
La lucha de una sociedad unida frente a la barbarie supuso un antes y un después en la acción contra ETA, que comenzaba a caminar, lenta, hacia su final, aunque no sería hasta 2011 cuando la organización terrorista anunciara el cese definitivo de su actividad armada, con un reguero de muertos y víctimas a sus espaldas.
En la unión de todos residió la clave. Ahora que otras amenazas terroristas planean por todo el mundo, se debe mirar más que nunca al que se llamó ‘el espíritu de Ermua’. Aunque los homenajes han estado marcados por la polémica en ciertos lugares del país, el mensaje que debe quedar de aquel triste episodio ocurrido hace veinte años es que el fin del terrorismo se consigue con la unión de todos. De todos.