EL asunto de la profesora de la UGR que retiró el hiyab a una alumna musulmana durante una de las pruebas de acceso a la universidad es un problema resuelto. El director provincial de Educación, José Manuel Calzado, así lo dijo ayer. Días atrás, la docente que protagonizó esa lamentable acción había pedido disculpas a la alumna. Ahora ésta ha podido repetir el examen que se disponía a realizar cuando ocurrieron los hechos y que no pudo concluir por el estado de nerviosismo que le supuso el incidente. Y la familia de la estudiante también se da por satisfecha con las medidas acordadas por la Dirección Provincial de Educación para superar este lamentable episodio. Para pasar página sólo falta que determinados integrantes de uno de los partidos políticos de nuestra ciudad abandonen la actitud demagógica que han adoptado desde el primer momento ante este suceso. Su postura no ha servido para afrontar el problema y encontrar una salida satisfactoria. El interés de este grupo de individuos ha estado en exagerar los hechos, presentar a la estudiante como algo más que la víctima de la imprudencia de una profesora y, finalmente, cuando el suceso hubiera adquirido las dimensiones que pretendían, presentarse como defensores de la causa musulmana en nuestra ciudad. Se olvidan estos sujetos que los melillenses no necesitamos ser musulmanes, cristianos, judíos, hindúes... para defender tanto nuestra fe como las religiones que conviven en nuestra sociedad multicultural. Afortunadamente, somos más inteligentes de lo que estos individuos consideran y esta vez tampoco hemos caído en su absurda estrategia de la confrontación. De nuevo Melilla demuestra ser un ejemplo de convivencia, a pesar de que estos individuos no se cansen de intentar provocar el enfrentamiento y conseguir el provecho particular a costa de sufrimiento general, aunque para ello haya que meter cizaña entre el colectivo religioso que dice defender y el resto de la sociedad.