Los niños de seis colegios de la ciudad en los que se imparte el proyecto MUS-E organizan una gala.
La historia habla de una isla en la que vivían todos los sentimientos. La ira, el miedo, la tristeza, la alegría, la locura, el amor y el egoísmo. Con el paso del tiempo, estas emociones empezaron a pelearse entre ellas. No paraban de discutir y cada una ‘iba a su rollo’. No había convivencia. De tanto discutir, la isla empezó a hundirse y los sentimientos fueron cada uno por su lado intentando salvarse de morir ahogados. El amor luchó para que los sentimientos se unieran y evitaran el hundimiento de la isla. Sin embargo, no consiguió apoyo ninguno. Llegó el día en el que el agua estaba a punto de hacer desaparecer la isla. Todos los sentimientos habían escapado menos el amor. Éste pidió socorro, pero ninguno le auxilió. Cuando estaba a punto de rendirse, llegó el respeto y le dejó sitio en su barca. Luego, todos los sentimientos coincidieron en una nueva isla y prometieron que con la ayuda del respeto iban a cuidar más este nuevo hogar. Éste fue el cuento que interpretaron los representantes de seis colegios de Melilla que pertenecen al proyecto MUS-E, una iniciativa con la que se pretende que los niños aprendan valores utilizando herramientas, como el arte plástico, la música o el teatro.
Unos 400 escolares, en representación de los 3.000 niños que participan en este programa educativo, se subieron al escenario del Auditorio Carvajal para bailar y actuar ante un público que no paró de animarles. En pequeños grupos fueron representando este cuento sobre la isla de los sentimientos.
Respeto y diversidad
Este evento fue el acto de clausura del proyecto MUS-E de este año. En otras ocasiones, se había celebrado una fiesta en Rostrogordo todos juntos. Pero este año pensaron que era mejor idea que todos los melillenses pudieran ver sus trabajos en el mundo de la manualidades, porque ellos mismos se confeccionaron sus disfraces, y su capacidad de interpretación.
Vestidos de piratas, flamencos, palmeras, rocas y estrellas los niños de entre nueve y doce años realizaron un magnífico trabajo que no solo fue importante por el aspecto artístico, sino por la historia que deseaban trasmitir a sus compañeros.
En esta gala de fin del proyecto MUS-E se contó con la colaboración de los nueve artistas melillenses que idean los programas educativos que se llevan a cabo en las aulas de los colegios León Solá, Juan Caro, Velázquez, Mediterráneo, Reina Sofía y Constitución.
El delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, estuvo en este fin de curso junto a el director provincial de Educación, José Manuel Calzado, el consejero de Educación, Antonio Miranda, y la viceconsejera de Juventud, Sofía Acedo. También se sumaron al público un grupo de padres.
El Barkani destacó la importancia de que los escolares de Melilla hagan una puesta en común de lo que significa el respeto en una sociedad intercultural como la que convive en la ciudad.
“El respeto a la diversidad es una cualidad innata de Melilla desde tiempos inmemoriales”, afirmó el delegado del Gobierno, que apuntó que nunca está de más seguir trabajando en estos valores para que no se den problemas en el futuro. “Cuanto más nos conozcamos, mejor será la convivencia”, señaló.
Por su parte, el director provincial de Educación explicó que el proyecto MUS-E comenzó en Melilla en 2005 en los colegios Mediterráneo y Velázquez. Fue con el paso de los años, cuando se han ido sumando los otro cuatro centros. Esto hace que las clases MUS-E lleguen a unos 3.000 niños de Melilla.
El presupuesto con el que cuenta esta iniciativa es de 94.000 euros, el mismo desde hace tres cursos, según informó Calzado.
“Es un programa importante para Melilla porque a través del arte se puede avanzar más en el conocimiento de otras culturas que conviven en un mismo lugar”, aseguró el director provincial.
Por otro lado, Miranda resaltó que este programa ofrece trabajo a gente joven que interviene como monitor de los programas artísticos que se desarrollan en los centros.