UN año que el consejero de Políticas Sociales, competente en materia de Salud Pública, Mohamed Mohamed Mohand, tiene sobre sí la guillotina de la polémica sobre las medidas que durante todo este tiempo se han ido adoptando en función de las propias circunstancias. Y más desde que al iniciarse el segundo estado de alarma resulta que las competencias ya no estuvieron en manos de la Administración General del Estado sino de la Administración autonómica.
Es verdad que hace unos días se decidió que el interior de los establecimientos hosteleros se iban a cerrar y que a los pocos días resulta que nos encontramos con un cambio de opinión y que a partir del lunes podrán abrir los interiores en un tanto por ciento. Una decisión de este tipo parece que ha levantado polémica en una parte de la sociedad melillense, pero también dentro de la clase política.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que cuando se toman estas decisiones no son gratuitas y por capricho o porque estamos aburridos. Resulta que, indudablemente, la última decisión es del propio político, como no puede ser de otra manera, sino que al final son los datos, los razonamientos y la opinión de los técnicos las que valen de manera clara y tajante. Como reconoció el consejero de Políticas Sociales, en la rueda de prensa que ofreció en la jornada de ayer, la comisión técnica se reúne todos los días y analiza los datos que les llegan de manera diaria y puntualmente. Ahí, como no puede ser de otra manera, el político lo que hace es escuchar y valorar las opiniones de los técnicos y al final es quien toma la decisión. Pero sería verdaderamente una locura ir en contra de las opiniones de esos técnicos que conforman la comisión técnica de Salud Pública.
Y para ir más de la mano y no equivocarse resulta que se mantienen contactos también con la Consejería de Sanidad de la Ciudad Autónoma de Ceuta y donde los ténicosen uno y otro lugar intercambian ideas y también decisiones, al igual que los propios consejeros. Se han llegado a una serie de conclusiones sobre las razones por las cuales Melilla y Ceuta se encuentran en los primeros lugares del país en la relación del número de contagiados por cada cien mil habitantes. Entre las mismas se encuentran, por un lado, la densidad de habitantes, de las más altas de Españas o el número de habitantes que hay por cada vivienda.
Pero en el caso de Melilla igualmente la nueva decisión adoptada por el consejero, con el beneplácito y el acuerdo de los técnicos, se ha visto analizada porque la mayor parte de los contagiados provienen de las fiestas ilegales y de las reuniones en los domicilios. Se quiere probar con estas nuevas medidas, en relación con la hostelería, porque de esta manera puede bajar el número de estas fiestas ilegales y de los contactos en domicilios y en la propia hostelería se mantienen las medidas de seguridad.
Hablamos de una pandemia que no tiene un patrón exacto y que varía en función de los días. Resulta que esta medida es por buscar una solución a una ciudad que cuenta con una relación entre contagiados entre cien mil habitantes que es casi el triple de la media nacional. Se busca probar soluciones para ver si funcionan. La prueba la tenemos a nivel nacional donde, en realidad, contamos con diecisiete comunidades autónomas y seguramente las medidas en todas ellas no son uniformes. En cada una, el gobierno autonómico de turno pone en marcha las restricciones en función de sus propias necesidades.
Mohamed Mohamed Mohand es consejero de Salud Pública y ahora mismo es el puesto más difícil de todos los que componen el gobierno de Melilla porque sus decisiones terminan afectando, para bien o para mal, en un tema de tanta importancia como es la lucha contra el COVID.
Pero volvamos a recordar que toma las decisiones con la recomendación de los técnicos que, al fin y a la postre, son los que de verdad entienden lo que sucede y lo que se debe hacer.
Que asuma sus responsabilidades y dimita ya.