A primeras horas de esta mañana se cumplirá el primer año de la tragedia más espantosa que ha sucedido hasta ahora en la valla fronteriza como consecuencia del intento de salto a Melilla de unos 2.000 migrantes, la mayoría sudaneses. Más de una veintena de jóvenes subsaharianos, según fuentes oficiales marroquíes, perdieron la vida en su afán por llegar a tierra española y a estas alturas todavía no se han establecido responsabilidades por lo sucedido en el punto crítico de Barrio Chino, junto al paso fronterizo con nuestra ciudad.
A la hora de hacer balance de lo que ha sido este año para los migrantes que no consiguieron su objetivo, el panorama no puede ser más desalentador: solo uno de los fallecidos ha podido ser enterrado mientras que sesenta y uno de ellos fueron condenados por distintos delitos en Marruecos con condenas de hasta tres años de prisión.
Tampoco se puede pasar por alto el informe de Amnistía Internacional, que habla de un centenar de muertos mientras la práctica totalidad de las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos demandan una investigación exhaustiva y real de aquellos acontecimientos, convencidas como están de que las muertes podrían haberse evitado.
Aquella enorme desgracia provocó un auténtico terremoto político en España, no tanto en Marruecos, donde incluso una organización humanitaria llegó a culpar a las autoridades españolas de lo sucedido, dando por cerrado este capítulo en el historial marroquí.
Pese a toda la presión que se ejerció en el Parlamento español, sobre todo a raíz del documental de la BBC meses después en el que se vio cómo algunos cuerpos eran arrastrados por los gendarmes a territorio marroquí, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, resistió el huracán de las peticiones de dimisión que se cernían sobre él y nunca dejó de tener el apoyo del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Por cierto que éste, recientemente, en un conocido programa televisivo de máxima audiencia, reconoció que se precipitó y que valoró la intervención en la frontera de forma positiva porque aún no había visto las imágenes de los muertos apilados contra la valla.
Ha pasado un año y desde entonces no ha habido que lamentar nada ni remotamente similar. Es más, desde entonces no se ha producido salto alguno. Lo único reseñable fue que los propios marroquíes abortaron lo que pretendía convertirse en un intento de salto en octubre pasado que, al final, quedó en nada.
El caso es que Melilla vuelve a ser protagonista hoy de lo sucedido el 24J porque cientos de activistas de distintas Ongs han decidido viajar a la ciudad para participar en los actos conmemorativos y reivindicativos que se llevarán a cabo durante toda la jornada. Entre ellos, una marcha que concluirá en la propia valla, justo en el punto donde fallecieron estas personas.
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