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Se trata de respetar y entender que no estamos solos en la carretera
A las seis de la tarde de ayer la Policía Local de Melilla ya tenía realizados tres atestados de sendos accidentes de motos y vehículos ocurridos en el interior de rotondas. Uno en las inmediaciones del Burger King, otro en Alfonso XIII con Lo Güeno y otro en Primero de Mayo.
Por suerte, las lesiones de los motoristas han sido leves, pero no podemos encomendarnos al azar porque cualquier día tendremos que lamentar una desgracia.
A conductores y viandantes de esta ciudad hay que exigirles más responsabilidad. Y la práctica ha demostrado que en cuestiones de Tráfico lo único que doblega a los incívicos son los controles y las multas.
Y quizás es aquí donde cojeamos. Según las estadísticas de la Dirección de Tráfico, Melilla y Ceuta son las ciudades en las que menos recaudó la DGT en los primeros meses del año.
Una ciudad con una siniestralidad tan alta como la nuestra (una media de 600 accidentes al año) no debería estar entre las localidades que menos multan.
En más de una ocasión hemos abogado desde este periódico por endurecer los controles a la salida de Puerto Noray los fines de semana para evitar que los conductores ebrios cojan el coche.
En ninguna otra parte de España lo tienen tan fácil como en Melilla. En Murcia, Madrid, Barcelona o Granada, la Policía Local planta sus patrullas en las zonas de marcha y la gente ya está mentalizada en que se tiene que ir en taxi a casa o abstenerse de beber alcohol toda la noche si quiere librarse del con trol y del multazo.
Nosotros no tenemos por qué ser benevolentes, aunque visto lo mal que se nos dan las rotondas, debería haber una campaña especial para que los conductores aprendan que hay que circular por el carril de la derecha. No vale con tocar el claxon para alertar al resto de que se aparten. No se trata de un ‘sálvese quien pueda’. Se trata de respetar y entender que no estamos solos en la carretera.