Ha pasado ya casi tres semanas desde que se realizó el envío de 600 kilos de electrodomésticos y aparatos de aire acondicionado a través de la aduana de Melilla. Podríamos decir que fue el primero desde el 1 de agosto de 2018 –cuando Marruecos la cerró de manera unilateral- si no fuera porque se han realizado algunos envíos que las partes calificaron como pruebas desde que se reabrió la frontera, que había permanecido cerrada con el argumento del covid por parte del país alauita.
“Seguimos en el punto de partida donde estábamos cuando se cerró la aduana. Estamos igual que antes”, declaró hace unos días a El Faro el presidente del Colegio de Agentes de Aduana de Melilla, Antonio Mena, a pesar de que fuentes empresariales habían indicado poco antes que se estaba trabajando en realizar nuevas exportaciones a Marruecos, eso sí, sin fecha concreta.
La pregunta que surge, pues, es si el envío del pasado día 15 de enero fue otra prueba o verdaderamente la aduana ya está abierta y, si es así, qué impide que se sigan enviando mercancías en uno y otro sentido. A los comerciantes locales les interesa tanto vender sus productos como recibir los de Marruecos, pues de esa manera reducirían notablemente sus costes, por ejemplo, en la fruta y verdura –a falta de conocer qué sucederá con el pescado-, ya que no tendrían que pagar todo el transporte desde la península.
Urgen explicaciones por parte de la Delegación del Gobierno. Los ciudadanos deben saber si la aduana está abierta o no, y, en caso afirmativo, qué impide que se hayan realizado más envíos desde entonces. Al principio, se hablaba de un camión diario de lunes a viernes, que no es gran cosa, pero es algo más que lo que tenemos hasta el momento, que es prácticamente nada.
Los melillenses están bastante enfadados y algunos llevan comentando hace tiempo en las redes sociales que, para estar así, y visto cómo está el régimen de viajeros, mejor que esté cerrada. Es, dice alguno, “lo que haría un Gobierno normalito”, pero muchas veces parece estar a merced de lo que decida Marruecos, todo sea por contener la inmigración irregular y que España no tenga que lidiar con ese problema.
Lo que parece bastante claro es que poco le importa al Gobierno central lo que pase con Melilla por muchas visitas que hagan sus representantes o muchas declaraciones rimbombantes que se hagan, porque el caminar se demuestra andando. Y, además del problema de la frontera y la aduana, están, por ejemplo, la pérdida de la bonificación a la Seguridad Social o la reducción de las rutas (especialmente con Almería) en el nuevo contrato marítimo. Sobre el Plan Integral, apenas nada se sabe qué parte se ha ejecutado. En fin, que son necesarias explicaciones del Gobierno para que los ciudadanos no caigan en la desafección o en el pesimismo.