No es por volver sobre el mismo asunto, ya titulamos hace dos días que la prensa marroquí estaba cebándose con Melilla mientras silenciaba la tragedia de los sucesos en El Aaiún. Lo viene haciendo desde antes del desmantelamiento por parte de las fuerzas de Marruecos del campamento de protesta levantado por los saharauis. Mientras silenciaron la muerte de un adolescente de 14 años por los disparos de militares marroquíes, inventaron descaradamente un adolescente melillense que nació muerto y secuestrado por la Guardia Civil. Hasta lo bautizaron Younnes.
Lo mismo les dio que la noticia fuera desmentida, que no hubiera familia, asociación ni voz ninguna que reclamase al supuesto fallecido. Se atrevieron a asegurar incluso que sus fuentes eran medios de comunicación locales, los mismos que, según dicen, no informamos de los disturbios que a diario se suceden en esta ciudad entre fuerzas del orden “de la ciudad ocupada” y “ciudadanos de origen marroquí”, que son “discriminados y oprimidos por las fuerzas de ocupación españolas”.
Los medios locales, que sufrimos, asegura la prensa marroquí, un black-out o cerrojazo informativo impuesto por las autoridades de Melilla, somos sin embargo sus fuentes para mantener ‘viva’ entre la población marroquí una muerte inexistente pero muy válida para desviar la atención sobre los problemas en el Sahara y, al par, intoxicar a los ciudadanos del vecino reino y si es posible a toda la comunidad internacional.
En gran medida lo han conseguido. Los marroquíes están convencidos de que la represión en Melilla fue brutal y que un joven melillense murió por un ‘balazo’ de un Guardia Civil y que, además, el cuerpo fue conducido “a un lugar desconocido” por los mismos guardias de la Benemérita.
No es de extrañar que se manifiesten pidiendo Ceuta y Melilla ante la Embajada de España en Tánger, mientras pasa de largo el conflicto en el Sahara, curiosamente en esta ocasión no por razones de índole soberanista, sino por una reivindicación multitudinaria a favor de derechos sociales básicos como el empleo.
El principal difusor de la extrema falsedad no es en sentido estricto el Gobierno de Marruecos ni su Corona, pero sí la agencia oficial MAP, cuyo director nombra directamente el rey Mohamed VI. La misma Agencia Oficial no ha dejado de colgar noticias en su web y de difundirlas a todo el mundo aún a sabiendas de que son totalmente falsas. Burdas mentiras que claramente sirven a una estrategia de propaganda encaminada a desviar la atención sobre los sucesos en el Sahara.
No es la primera vez que lo contamos, pero es preciso reiterar que igualmente inventaron una detención falsa del presidente de la A.V. de la Cañada, Abdelkrim Mohand, cuando en realidad lo que estaba sucediendo es que andaba de reunión junto a otros vecinos con el presidente Imbroda, y que lograban de éste el compromiso de organizar cursos para 300 vecinos del mismo barrio, con el salario mínimo interprofesional como beca mensual.
Que engañen a unos ciudadanos que no tienen un acceso fácil a la pluralidad informativa, aunque afortunadamente en los tiempos actuales con Internet la censura es cada vez más difícil, puede resultar comprensible, teniendo en cuenta también que desgraciadamente en Marruecos aún existe un alto porcentaje de analfabetismo y falta de formación académica en una amplia mayoría de sus ciudadanos.
Ahora bien, que engañen como lo han hecho, desde el Sindicato de Periodistas de Marruecos, nada más y nada menos que a la Federación Internacional de Periodistas, sí que clama al cielo y resulta del todo incomprensible.
La misma federación, la FIJ, según sus siglas en inglés, hizo un comunicado en la noche del pasado miércoles censurando represión de periodistas marroquíes en la frontera con Melilla.
La Federación, haciendo oídos sordos a la versión de la Delegación del Gobierno, sin comprobar debidamente lo sucedido con otras fuentes, ni dirigirse a la Asociación de Prensa de Melilla, que por cierto forma parte de la misma FIJ, da por buena la denuncia del Sindicato de Periodistas Marroquíes y se convierte en cómplice de una estratagema que nada tiene que ver con la defensa del derecho a la información y libertad de expresión, sino más bien lo contrario.
El vértigo del trabajo diario me impidió ayer hablar de este asunto con mis colegas de profesión, pero espero que la Asociación de la Prensa que preside mi compañero José María Navarro, tome cartas en el asunto y haga llegar nuestra protesta a la citada FIJ.
Lo que ocurrió, ocurre a diario y pasa con cualquier medio de comunicación sea local, nacional o extranjero. No se puede grabar en la frontera sin autorización previa y si lo haces sin ese requisito la Guardia Civil te requisa el material y te pide la documentación, tal cual pasó al equipo marroquí con el que se solidariza la FIJ. Ayer mismo, sin ir más lejos, nuestra fotógrafa tuvo problemas para acceder a la carretera de circunvalación con motivo de un acto al que además este medio había sido convocado por la propia Delegación del Gobierno. ¿Contra quién protestamos por ello? Porque por esto sí que habría que protestar, aunque el jefe de prensa del organismo gubernativo interviniera diligente para solucionarlo.