Uno de los puestos más privilegiados que se pueden ostentar dentro de una cofradía es el de camarera de la Virgen. Esta es la persona que se encarga de vestir a una imagen a lo largo de todo el año y cuyo puesto coge especial relevancia al llegar la Semana Santa y con ella las salidas procesionales de los sagrados titulares de una hermandad.
Una labor que casi siempre está oculta dentro de la intimidad del templo donde se halla la talla, pero que tiene suma importancia para que la Virgen luzca impecable bajo la mirada de las miles de personas que acuden a contemplar una procesión. Pero engalanar a Nuestra Señora de la mejor manera posible no es un trabajo que suela hacer una sola persona.
Este es el caso de la Cofradía Castrense de Nuestro Padre Jesús Humillado y María Santísima de la Piedad. El Faro ha hablado con las dos asistentes de camarera de la Virgen de la Piedad. Ellas son Rocío Tejedor, presidenta del Grupo Joven Castrense, y María del Carmen Rubiales, que han explicado cómo es este proceso y qué significa para ellas.
"Es una responsabilidad muy grande porque lo que intentamos siempre es buscar que la imagen mantenga la esencia y que su manera de vestir y de procesionar sea lo más digna posible. Buscamos que a la gente le guste la manera en la que va vestida la Virgen y eso es mucha responsabilidad", comenta Rubiales.
Una responsabilidad no solo para que María Santísima de la Piedad vaya vestida de forma impecable sino para ellas mismas, que han estado viendo a la Virgen y creciendo junto a ella. "Es un sentimiento de toda la vida. Hemos estado viendo y creciendo con la Virgen y al final, haber llegado a estar a sus pies y pensar que ahora soy yo la que tiene que cambiar su ropa, es mucha presión", insiste María del Carmen Rubiales.
Ella lleva desde que era pequeña en el seno de la Cofradía, ya que toda su familia guarda relación con ella. Su madre es la camarera de la Virgen, su padre el segundo hermano mayor y albacea de culto y su hermano es vocal de comunicación. Por este motivo, siempre se había imaginado que llegase el momento en el que pudiera encargarse de vestir a la Virgen.
"Al final tengo que agradecer a las personas más mayores, que son las que visten a la Virgen, el estar concediéndome el privilegio de aprender cómo tengo que hacerlo y sobre todo desde el amor a la imagen", añade.
Mucha más presión es para Rocío Tejedor, ya que este es su primer año como auxiliar de camarera tras toda su vida en la Cofradía. Tal y como señala a este diario, es una labor muy emocionante, curiosa y todo un privilegio. "Estar ahí delante, vistiéndola, arreglándola y teniéndola cara a cara es un sentimiento que de verdad es una oportunidad", resalta.
Proceso de vestir a la Virgen
Todos estos conocimientos sobre cómo se viste a la virgen, los han compartido ambas con los lectores de El Faro. Según han detallado, lo primero es quitar las sallas que tenga puesta la Virgen en ese momento. En este caso, Nuestra Señora de la Piedad llevaba las vestimentas de hebrea típicas de la Cuaresma. Seguidamente, se preparan todas las telas del mando y de la saya y se extienden en la zona donde se está viviendo a la Virgen, que este año ha sido su camarín.
"Se preparan las telas, se ve cuál está en buen estado y cuál no para elegir la más idónea para que se la pueda vestir. Este año por ejemplo hemos utilizado una tela que es como una especie de gasa y tul que le hemos puesto en el pecherín para darle un toque diferente. El año pasado llevaba unas mantillas blancas", explican las auxiliares de camarera.
Con ello han pretendido "darle un toque diferente" que nunca se le había puesto. "Ya una vez que se le empiezan a poner las sallas negras, que va como por partes, se le engancha todo con alfileres para ajustarlo perfectamente a su medida. Por último, se hace el rostrillo", aclaran. Una vez está la imagen colocada en el trono, se le coloca el manto y la corona para finalmente ponerle el corazón.
Todo este proceso lleva al menos unas cinco horas ejecutarlo y comienza el Domingo de Dolores para que la talla esté engalanada de la mejor manera durante toda la Semana Santa para aquellos que quieran ir a visitarla. Esta Semana Santa, según cuentan, ha sido fácil y de las que menos han tardado. en otras ocasiones les ha llevado un día entero. "Ha habido años que hemos empezado a las ocho de la tarde y no hemos terminado hasta las cinco o seis de la mañana", subrayan.
"Siempre decimos que a la imagen hay que vestirla según lo que te pida y lo que diga. Parecen palabras de locos, pero no, la imagen al final te habla y tiene una forma de comunicarse contigo para que tú sepas transmitir cómo quiere salir porque al final hay veces que tú estás empeñado en ponerle un tipo de rostrillo o un tipo de pecherín y la imagen no quiere que se le ponga ese rastrillo o ese pecherín. Incluso la tela misma, la imagen parece que hay veces que la rechaza, entonces tienes que ser muy consciente de lo que estás haciendo y de lo que la imagen te está pidiendo", aclara María del Carmen Rubiales.