En teoría al verano -cronológicamente hablando- le quedan horas, un día mal contado pero eso tiene poco que ver con Melilla.
Aquí, visto lo visto, quedan semanas de buen tiempo, aunque las previsiones oficiales hablan de un descenso de la temperatura a partir de finales de mes. Bueno, a lo que íbamos, el final de la Feria y el rápido desmontaje de sus instalaciones ha permitido que la Plaza Multifuncional de San Lorenzo vuelva a la normalidad, es decir, el antiguo descampado convertido en espacio de ocio para todos los melillenses, con todos sus atractivos, incluidos los chorros de agua que sorprenden al más pintado y que se suelen agradecer cuando, como ocurre, el mercurio supera los 25 o 27 grados.
Las zonas de sombra, los bancos, las atracciones para deportes urbanos vuelven a cobrar protagonismo en San Lorenzo, sobre todo en fines de semana, no hay que olvidar que otro calendario –el escolar- marca obligaciones en días laborables y poco tiempo para invertirlo en ocio. Pero San Lorenzo sigue en el mismo sitio y con las mismas prestaciones. Lo próximo que puede alterar el funcionamiento de parte de su superficie es la tradicional pista de hielo que suele montarse en fechas navideñas, por lo demás, cielos y tierras despejados.
Conforme nos hacemos mayores –o menos jóvenes- se opta por ocios alternativos acordes con la fisiología y el humor. Un buen rato de lectura al aire libre, una conversación con el amigo o la amiga, la contemplación de lo que nos rodea o, como anuncia el presidente del Gobierno de Madrid, Zapatero, el noble oficio de ‘controlador de nubes’, es decir, dedicarse a verlas pasar, que es a lo que va a dedicarse él cuando abandone la Moncloa y aterrice en León.
San Lorenzo está a mano de las zonas más céntricas de la ciudad. Si se vive cerca del litoral, el acceso es rápido y, si se quiere hacer un poco de ejercicio físico, mucho mejor porque espacio, haber, hay. Y es cosa rara en el resto de la geografía nacional: disponer de un espacio abierto y multiusos en pleno centro neurálgico de la ciudad. Es un lujo, vaya.
Días atrás enfatizábamos la importancia de no perderle el respeto al ‘veranillo del membrillo’ o de San Miguel, el verano residual que atempera el tránsito a la temporada otoñal. Pues San Lorenzo es idóneo para disfrutar del ‘membrillo’, convivir, pasear con el perro –quitando las cacas, por supuesto- o, en definitiva, pegarse los últimos chapuzones de la temporada.