Sí, sí, y huele en el Foso del Hornabeque de Melilla la Vieja, acceso a la sede social de la Hermandad del Rocío de Melilla que dirige 'manu militari' doña Antonia Cerrato, su hermana mayor y alma de la institución cristiana. Ya hay fechas para el prolegómeno rociero porque el triduo en honor a la Blanca Paloma comienza el 27 de mayo en la sede parroquial de la Hermandad, en la Parroquia de la Medalla Milagrosa, bajo la dirección del propio director espiritual del Rocío, el capellán don Javier. Comienza la tradicional veneración a la Señora de Almonte desde Melilla, un triduo que arrancando el 27 llega hasta el domingo 29 de mayo, dejando el día intermedio, el 28 para el pronunciamiento del pregón.
Y todo ello a medio camino entre Cabrerizas y el Pueblo, porque la sede social del Rocío, allá donde la ex-Policía Nacional tenía talleres y garajes, se ha convertido en toda una preciosidad. Por cierto, me ordena la señora Cerrato que anuncie que la sede funciona cada fin de semana con un servicio de ambigú perfecto tanto en relación a la calidad de los piscolabis como a otra relación: la calidad precio. Sede entrañable, es como estar en casa de uno: Cómodo, alegre y cercano a una Señora que estará mucho más cerca conforme pasen las dos próximas semanas y Almonte se vista, un año más, de Melilla.
A los diferentes logros obtenidos en los últimos meses por la familia rociera de Melilla -Sede, Simpecado, carreta, dotaciones- hay que añadir uno que no es material aunque sí entrañable. Los rocieros melillenses son miembros correspondientes de la Muy Venerable e Ilustre Orden de San Andrés, una institución acreditadísima en el mundo rociero con sólo 500 miembros correspondientes entre los que se encuentra, desde hace meses, la Hermandad del Rocío de Melilla.Y es que resulta curioso porque la ciudad es el único enclave africano con representación en las Marismas. Su coro suena -dicen- a gloria en el interior del templo onubense y Melilla cada día pesa más en el mundo de la fe mariana gracias a la labor de este puñado de mujeres y hombres.
Y llega el día de la partida. A bordo del correo con Málaga, unos sesenta melillenses emprenden el 6 de junio el camino de ida para ir al encuentro de la Blanca Paloma. Hacen, en algunos casos, un verdadero sacrificio para correr con los gastos del desplazamiento pero todo merece la pena por estar unas jornadas a muy pocos metros de la casa de la Señora, esa Señora que concita la admiración y la advocación de personas procedentes de los cinco continentes. Quedan fechas, pues, importantes para la familia rociera que, como cada año...y van... se prepara para caminar por las marismas almonteñas y volver a Melilla con la fe consolidada.