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Puigdemont amenaza con declarar la independencia y Rajoy aplicará el artículo 155
Ayer a las diez de la mañana expiraba el plazo dado por el Gobierno central al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, para que diera una respuesta clara y precisa a la pregunta que se le había formulado desde Madrid: si el pasado día 10, en el Parlament de Cataluña, había proclamado la independencia de esa región. En lugar de dar un ‘sí’ o un ‘no’, las únicas respuestas posibles a lo que sele había preguntado, el jefe del ‘Govern’ amenazó con proclamar la independencia si la cámara de diputados catalana “lo considera oportuno”.
La carta enviada ayer por Puigdemont al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, es, sencillamente, una tomadura de pelo y una forma de intentar ganar tiempo en su huida hacia adelante, su absurdo desafío al Estado, un reto del que es consciente que no tiene posibilidades de ganar.
El Ejecutivo central, en cambio, sí le ha dado una respuesta clara a su conducta: la aplicación del artículo 155 de la Constitución Española, que establece lo siguiente: “Si una comunidad autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al presidente de la comunidad autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general”. Es decir, el Gobierno central podrá intervenir la autonomía de Cataluña, lo que hará a partir de mañana sábado salvo que Puigdemont nos sorprenda hoy dando marcha atrás a sus intenciones anunciadas ayer.
No le vendría mal al presidente de la Generalitat cejar en su empeño secesionista, visto el escaso apoyo internacional que su postura está obteniendo. Todo lo contrario le ocurre al Gobierno español, que ayer durante una reunión del Consejo Europeo en Bruselas, recibió el apoyo expreso de pesos pesados de la UE como Francia y Alemania. Aunque parezca tarde, Puigdemont está aún a tiempo de poner freno a este despropósito.