La directora general de la Guardia Civil, María Gámez, viajó este jueves a Melilla para entrevistarse con los agentes heridos durante el salto a la valla de este miércoles, que batió todos los récords históricos en nuestra ciudad.
Nunca antes 1.200 migrantes se habían puestos todos de acuerdo para saltar el mismo día, a la vez y a plena luz del día, coincidiendo con que nuestro Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes apenas acogía a unas cincuenta personas. ¿Tienen una bola de cristal o reciben información privilegiada?
No todos los migrantes lograron acceder a Melilla, pero 500 entradas en un solo día es una cifra lo suficientemente alta como para que nos llevemos las manos a la cabeza.
Lo peor no es que el salto del miércoles haya sido 'histórico' sino que, además, nos levantamos este jueves con la noticia de un nuevo asalto violento al perímetro fronterizo y la entrada de otros 380 migrantes a la ciudad, lo que ha dejado al CETI rozando el límite de su capacidad.
Antes de la llegada de la directora general de la Guardia Civil, la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, había adelantado que vendrían 100 efectivos como refuerzo a Melilla, una cifra que ayuda a capear el temporal, pero que es a todas luces insuficiente, teniendo en cuenta que tenemos cerca de 40 guardias de la plantilla de Melilla heridos tras los dos saltos de esta semana.
No nos queda otra que rezar para que este no sea el principio de la reactivación de la ruta migratoria Marruecos-Melilla porque en plena pandemia y con alerta 1 por rabia en la ciudad no estamos preparados para asumir semejante reto.
Se agradece a la directora general de la Guardia Civil el gesto de viajar a Melilla, pero aquí necesitamos más que palmaditas en la espalda. No es de recibo que los cascos que usan los guardias civiles se rajen de una patada. ¿A quién se los compramos?
Nuestros agentes necesitan recursos para hacer su trabajo. Pero, sobre todo, la ciudad necesita un refuerzo permanente y no sólo parches puntuales.
Se agradece además, que el ministro Fernando Grande Marlaska venga a Melilla, pero nos gustaría que no viniera solo a hacerse la foto y a darnos el pésame sino a traernos información concreta sobre qué tipo de refuerzo material llegará a la ciudad y que explique por qué no están terminados los trabajos en el perímetro fronterizo.
Lo que ha pasado esta semana en la valla refleja nuestra debilidad en política exterior. Todo el mundo mira hacia Ucrania y nadie se para a pensar en el calvario que estamos viviendo las ciudades autónomas y Canarias desde que rompimos los lazos de amistad con Marruecos.
Los saltos a la valla son la peor publicidad que necesita Melilla para atraer esas inversiones que dicen que vienen y no acaban de llegar. Nuestra historia reciente parece haber entrado en bucle.