El asalto que sufrió ayer la valla de Ceuta no sólo ha sido el más numeroso de la historia, 602 subsaharianos lograron atravesar el perímetro, si no que fue uno de los más violentos. Cal viva, cizallas y hasta lanzallamas caseros fueron empleados por los inmigrantes para atacar e intimidar a los agentes que custodian la frontera. 22 guardias civiles necesitaron de asistencia médica debido a las heridas de diversa consideración que sufrieron. Los subsaharianos no salieron mejor parados, muchos necesitaron también de atención debido a las laceraciones provocadas por las concertinas.
El caos que se vivió ayer en Ceuta fue fruto, por una parte, de la virulencia del salto y la cantidad de personas involucradas, y por otra de la falta de preparación de los guardias, que no cuentan con los medios humanos y materiales para enfrentarse a tal avalancha de personas.
Aquí en Melilla ya sufrimos un intento masivo de salto a la valla en 2014, cuando unas 1.000 personas intentaron entrar de golpe. Aproximadamente la mitad de ellos lograron entrar en la ciudad.
Ahora, es momento de tomar nota de lo que ha pasado en la ciudad hermana. Es preciso fortalecer los protocolos en nuestra frontera ante la posibilidad de que un hecho como el sucedido ayer se reproduzca. Se deben tomar todas las medidas de prevención necesarias para que tanto los agentes que protegen la frontera, como los inmigrantes que intentan entrar, no se vean involucrados en una situación tan peligrosa e injusta como la que padecieron ayer en Ceuta.