Tras su reciente fallecimiento a los 90 años de edad, el doctor Mariano Remartínez Buera ha sido recordado como uno de los españoles precursores del Premio Nobel de Medicina de 2005, que fue otorgado a los australianos Barry J. Marshall y J. Robin Warren por sus trabajos sobre la bacteria Helicobacter pylori y su papel en el desarrollo de la gastritis y la úlcera péptica.
Según expone un artículo del Boletín Informativo de Sanidad Militar nº 42, del 2021, en la larga lista de méritos de la carrera médica de Remartínez Buera, quien recibió en 2019 la Medalla de Oro de la Ciudad Autónoma por su dedicación médica y altruista con la población de la ciudad autónoma durante seis décadas, se encuentra el haber tratado el ulcus gastrododenal con metronidazol en Melilla en 1968, muchísimo antes de que Marshall y Warren recibieran el Nobel.
La publicación, dedicada "con admiración" a Remartínez Buera, "por su perspicacia científica y su coraje defendiendo 'locuras'", califica a este coronel médico nacido en Zaragoza y que residió en Melilla desde los diez años de edad, como "un observador inteligente que anticipaba el futuro".
Lo cierto es que, desde finales del siglo XIX, también "antes de que Warren y Marshall demostrasen el Helicobacter pylori en las lesiones", numerosos estudios relacionaron a diferentes bacterias como causa de la úlcera y no pocos científicos intentaron "demostrar la asociación entre infección y úlcera gástrica".
Sin embargo, en 1968 en Melilla "un paciente ulceroso afecto de una ETS" y "tratado con metronidazol por el tocoginecólogo", el doctor Sancho-Miñano, "fue visto por el internista y radiólogo militar" Remartínez Buera, "comprobando que la úlcera, de cuatro años de evolución, había mejorado considerablemente".
Luego, Remartínez Buera "realizó observaciones sobre treinta enfermos de larga evolución": 18 de ulcus duodenal y 12 de ulcus gástrico, y notó que el tratamiento con metronidazol con dos cápsulas de 250 mg por día "era altamente efectivo". Esto ocurrió después de que la "mayoría" de ellos había sido tratada con métodos clásicos como el reposo, la alimentación lacto-farinosa, los anticolinérgicos y los alcalinos, "con resultados mediocres".
De acuerdo con el testimonio de Nicasio Marín, internista clínico titular del Hospital Regional Universitario de Málaga, en 1984 escribió un artículo dirigido a la revista Medicina Clínica, que alertaba sobre la "primicia" de que "el metronidazol resultaba eficaz en la curación de la enfermedad ulcerosa gastroduodenal" y que "esta práctica", "con base empírica", "se había iniciado mucho antes", en "el norte de África", "como consecuencia de la visión adelantada de un genuino clínico español": el propio Mariano Remartínez Buera.
No obstante, en palabras de Marín, la decepción fue grande cuando le llegó la respuesta de Medicina Clínica, mediante la que el artículo era rechazado "por motivos metodológicos". "Personalmente pienso que no dieron crédito al hecho relatado", por lo que "no estuvieron perspicaces", ha concluido el doctor.
En cualquier caso, si bien Warren y Marshall terminarían recibiendo después el Premio Nobel por su hallazgo y que Remartínez Buera "no tuvo la más mínima oportunidad por parte del Comité Editorial de Medicina Clínica (por entonces la revista española de mayor impacto)", desde la óptica de Marín, "el hecho genial estaba allí, delante de sus narices, y lo dejaron pasar".
Pero, aunque "el silencio fue la historia de esta Historia", para el internista clínico titular, que ha dado fe "de que los hechos fueron como los he relatado", el coronel Remartínez Buera merece el "elogio" y el "respeto" "debidos".
Hay que destacar que, entre otras múltiples funciones, Remartínez Buera ejerció como jefe de servicio del Hospital Militar de 1970 a 1993, una instalación que terminó dirigiendo.
Estimada María: Como primer firmante del trabajo a que se refiere esta noticia, me parece que no sabes de qué hablas, vicio muy común en nuestros tiempos. Te recomiendo que lo leas primero, el nuestro, entero.
Saludos cordiales
Prof. Dr. F. Ponte Hernando. Universidad de Santiago de Compostela. Historia de la medicina.
Académico numerario electo del sillón de Historia de la medicina de la RAMG
Sin poner en duda los muchos méritos de D. Mariano Remartinez u otros médicos citados en el artículo como D. Justo Sancho Miñano, es curioso el titular que menciona como PRECURSOR del premio Nobel de Medicina ( falta histiogia y que ya constan en él acta fundacional de los Premios Nobel) a D. Mariano Remartinez. Por tanto, es hasta probable que en el futuro se mencione en un artículo al Redactor de la noticia como “ precursor del premio Nobel de Literatura”
Probablemente, titulares y artículos como este sea parte del problema y que hacen que no se aprecie y perciba al Médico.
Se privó a España y a Melilla de un Nobel, el anterior fue Cajal porque Ochoa fue Nobel de USA. Ya pasó con el médico militar Pagés, inventor de la anestesia epidural, en Melilla igualmente
Los melillenses no valoramos muchas veces a las grandes personas de nuestra ciudad. Don Mariano Remartinez podría haber seguido con su vida y su trayectoria médico-militar en su tierra natal, (Zaragoza), y sin embargo fue tan grande el amor que sintió por Melilla que se quedó y murió en nuestra tierra. A ver si ya de una vez, dejan nuestros políticos de pelearse tanto por él sillón, y le otorgan a Don Mariano el merecido nombre de una calle de nuestra ciudad. Yo siempre tuve la fe y la esperanza, y así se lo decía al bueno de Don Mariano, de ir en vida ha inagurar esa calle con su nombre. Al final, no ha podido ser. Ojalá que nuestras autoridades den ahora por fin esa calle que tan merecida tenía Don Mariano. Y ojalá repito, sea junto al escáner que tantos años y tantas horas le ha visto trabajar. La humanidad ha perdido a un gran médico y mejor persona. Esperemos que esto nos sirva de lección y sepamos a partir de ahora valorar mucho más a esas grandes personas que un día dejaron su tierra atrás para venir a darnos lo mejor a la nuestra. Te quiero y nunca te olvidaré, descanse en paz, Don Mariano Remartinez Buera.
Mariano Remartínez y Pagés merecen una plaza o calle en la ciudad donde vivieron y realizaron dos descubrimientos que aún hoy día sirven a la Humanidad: el antibiótico metronidazol aplicado en el tratamiento de la úlcera y la anestesia epidural. Melilla se merece ese reconocimiento.