El vicario episcopal de Melilla, Roberto Rojo, aseguró ayer que los inmigrantes que entraron en nuestra ciudad este martes, en el mayor salto a la valla que se ha registrado hasta ahora, lo hicieron de forma pacífica. Rojo, que centró su sermón de la misa del Día del Levantamiento del Sitio en el fenómeno migratorio, contradijo con sus palabras lo que el propio delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, apuntó en la rueda de prensa posterior a la entrada masiva, afirmando que los subsharianos habían entrado de forma violenta, como ya viene siendo habitual en los últimos meses. El Barkani aseguró que, aunque no había ningún guardia civil herido, los inmigrantes llegaron armados de palos y piedras. El presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, también ha ratificado las afirmaciones del delegado en varias ocasiones. Sin embargo, el vicario apeló ayer a la tranquilidad con la que estos extranjeros viven en Melilla.
La gran presión migratoria que atraviesa la ciudad no pasó desapercibida en la jornada festiva durante la conmemoración de la resistencia que ofreció Melilla al asedio del sultán de Marruecos Moulay Mohamed Ben Abdalah hace 239 años. Tras un breve recuerdo a aquella gesta histórica, el vicario quiso centrarse en la actualidad y valorar los últimos acontecimientos. Rojo reconoció que estamos atravesando momentos difíciles y que los servicios están “desbordados” por la avalancha que está sufriendo la ciudad, pero insistió en que los inmigrantes vienen de forma pacífica. El máximo representante de la Iglesia católica en nuestra ciudad aseguró que es imprescindible tender la mano a estas personas, que lo único que buscan es “la libertad y la dignidad”.
La Iglesia, poco puede hacer
“Es cierto que poco puede hacer la comunidad cristiana, porque estos asuntos están en manos de las autoridades políticas, que son las que tienen que actuar. No obstante, ofrecemos nuestra ayuda para que estos inmigrantes encuentre una forma de ganarse la vida de forma digna”, aseguró el vicario. Rojo señaló que tanto la comunidad melillense, como la Diócesis de Málaga y la Mesa Interconfesional son conscientes de que la ciudad está atravesando un momento complicado y están dispuestos a ofrecer aquello que se encuentre dentro de sus posibilidades.
“Tenemos que trabajar para que sigamos siendo la ciudad abierta y solidaria por la que lucharon nuestros antepasados. Queremos que Melilla sea un lugar feliz para todos”, insistió.
El vicario recalcó que desde la Iglesia no sólo quieren aportar ayuda material, sino que también están dispuestos a ceder su tiempo y su voluntad para colaborar en todo aquello que sea necesario. En este punto, señaló que desde Cáritas, que depende de la Diócesis de Málaga, también quieren prestar los servicios que estén en sus manos.
Rojo aseguró que los inmigrantes “están en sus oraciones” cada mañana y que pide a Dios que dé a estas personas la fuerza necesaria para seguir adelante después de haber vivido momentos tan duros.
El vicario episcopal recalcó que es necesario que entre todos los melillenses demos tranquilidad a estas personas que llegan buscando el bienestar, después de mucho tiempo viviendo de forma “incontrolada” para conseguir su objetivo de pasar al primer mundo.