El abogado Víctor Valladares ha interpuesto una denuncia contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y contra todos los delegados del Gobierno de las autonomías españolas, excepto la de Cantabria, aunque todo apunta a que esta última se salvó por una omisión involuntaria de su nombre en la lista negra.
Los acusa a todos de prevaricación administrativa por haber autorizado las manifestaciones del 8 de marzo pese a las advertencias sanitarias emitidas por el Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades el pasado 2 de marzo en relación a la pandemia del coronavirus que ha terminado dejando más muertos en España que en China.
En la lista de denunciados, cuyas diligencias previas ha incoado la jueza Carmen Rodríguez Medel-Nieto, del Juzgado de Instrucción Número 51 de Madrid, está incluida la socialista Sabrina Moh, de Melilla. La demanda alcanza además al ministro de Sanidad y a los subdelegados del Gobierno.
La magistrada Rodríguez Medel-Nieto ya advierte en el auto judicial al que ha tenido acceso El Faro de que no es competencia suya juzgar en Madrid a los delegados del Gobierno porque las decisiones de éstos fueron tomadas en sus respectivas comunidades autónomas. Sabrina Moh puede respirar tranquila… de momento.
En principio, la jueza no tiene claro que el delito que se les pueda imputar sea el de prevaricación administrativa, aunque no lo descarta, ya que considera que puede ser éste junto con el de delitos por imprudencia profesional.
En principio quien más preocupado debe estar es el delegado del Gobierno de Madrid, donde el coronavirus ha colapsado no ya los hospitales sino también las funerarias. Él autorizó hasta 72 marchas el 8M en esa comunidad.
Tengo la sensación de que, a toro pasado, todos nos estamos dando cuenta de que estamos en mano de gente superficial que vio al coronavirus como una enfermedad que sólo le da a los chinos y a los italianos. Nosotros nos sentíamos seres superiores a los que esa gripe mala no tenía por qué alcanzar.
Por eso, no sólo Sabrina Moh, sino todos los delegados del Gobierno de España, autorizaron a miles y miles de mujeres a salir a la calle a manifestarse porque “el machismo mata más que el coronavirus”. Pues bien, ha quedado demostrado que los dos matan, pero que el coronavirus es rápido e implacable y se está cebando no ya con las mujeres, sino con nuestros mayores. Sí, con los mismos mayores que nos sacaron adelante en la crisis económica de 2012 con sus pensiones. En esos mayores a los que hoy nos damos cuenta de que tenemos abandonados en residencias porque en casa nos estorban. Ellos se partieron la cara por nosotros y nosotros tenemos la vida demasiado estresada como para pensar en hacerles una visita a la semana o en sacarlos a pasear los fines de semana. Les hemos dado la espalda, y ahora, que el COVID 19 los amenaza, nos llevamos las manos a la cabeza, escandalizados. Sin embargo, son muy pocas las familias españolas que han ido a la residencias a sacar a sus abuelos y abuelas y a llevárselos a casa. Somos tan flojos que no somos capaces de soportar esa carga tan pesada.
Ahora que analizamos lo que ha pasado hasta el momento, entendemos que quienes nos dirigen no tienen ni idea de la responsabilidad que pesa sobre sus hombros. ¿Cómo es posible que se permitiera que miles y miles de mujeres saliéramos a las calles de 8 de marzo a reivindicar la igualdad de derechos y oportunidades, cuando ya desde Europa nos habían advertido de que el coronavirus es letal en las concentraciones de personas?
Hoy lloramos miles de muertes en España. Una de ellas, en Melilla. Y lo peor, según el presidente del Gobierno, está por llegar en los próximos días. Me gustaría poder imaginar qué es lo peor. ¿Qué puede ser peor que ver en el telediario la ola de contagios por todo el país? Ver cómo se han prohibido, incluso, los velatorios. Por no poder, no podemos, ni siquiera, despedir a nuestros muertos.
La decisión de los delegados del Gobierno no creo, personalmente, que haya sido partidista. Estoy segura de que ni se lo pensaron. Autorizaron la marcha sin pensar en nada más allá de la foto. Hasta que la gente empezó a morir, aquí lo único que preocupaba era ver quién capitalizaba el movimiento feminista. A veces se puede morir de éxito. Este error de quienes nos dirigen ha hecho muchísimo daño a la marcha de las mujeres cuando habíamos conseguido consenso para salir todas a la calle sin pensar en las diferencias ideológicas, que las hay.
En fin, que nos desentendimos de las advertencias sanitarias porque estábamos entretenidos en otras cosas. Se nos olvidó que la vida es lo más importante. Todo lo demás, hoy nos sobra.