Los planes de empleo de la Delegación del Gobierno debieron ponerse en marcha antes de que se iniciara 2024. Ocho meses después no se conocen los motivos por los que se produjo aquel primer retraso que llevó a que se anunciara que entrarían en vigor en el mes de marzo. Sin embargo, tampoco es que diera tiempo a contratar más que a un puñado de personas cuando llegó la sentencia del Juzgado de lo Social que obligaba a la Administración a pagar en igualdad de condiciones a personas que realizaban las mismas tareas que los empleados públicos.
O sea, si esos planes hubiesen comenzado en su momento, es decir, en el mes de diciembre, para cuando se dictó el citado fallo judicial habrían estado funcionando ya cuatro meses. Pero no, nunca se supo el porqué de posponerlos hasta marzo mientras decenas de personas no paraban de preguntar en las redes sociales la fecha de inicio de los contratos.
Hay cosas que siguen sin estar claras en torno a todo lo que concierne a esos planes de empleo. Por ejemplo, la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, afirmó ayer que el problema principal son "los criterios de selección". ¿Qué ha querido decir con eso? ¿Acaso no estaban confeccionados ya los listados de las personas a las que se iba a contratar cuando todo se paralizó? ¿Qué condiciones son las que se van a exigir a partir de ahora que tienen el jaque los contratos a más de mil personas? ¿Por qué se quieren cambiar los criterios a estas alturas? Preguntas todas ellas sin respuesta, por el momento.
Si la sentencia es de abril pasado, ¿acaso no han tenido tiempo los técnicos de la Administración General del Estado de buscar alternativas viables que acabaran con la situación de bloqueo? Han pasado cuatro meses y parece que nadie ha sido capaz de resolver el problema. ¿Qué pasa en la Administración, acaso no se les pidió prioridad absoluta a un asunto que concierne al trabajo para más de mil familias melillenses? No habría empresa en el mundo que se atreviera a tardar tantísimo en resolver una situación así porque habría acabado en la ruina.
La Delegación del Gobierno se muestra indolente ante el drama que supone no tener un contrato de los planes de empleo para muchas familias, que esperaban disponer de ese dinero para poder salir adelante, aunque fuera solo por seis meses. Falta empatía y sobran comentarios vacíos ante algo tan sensible como es tener o no un puesto de trabajo. Nadie que no haya estado en el paro sabe lo difícil que es vivir sin poder ganarte la vida y cubrir tus necesidades más básicas.
El desempleo es una tragedia para quienes lo viven, es una preocupación permanente que impide tener la cabeza en paz. Y eso es motivo suficiente para que la Delegación del Gobierno tuviera algo de humanidad, diera un golpe sobre la mesa y exigiera a la mayor brevedad una solución factible al técnico de turno para tratar de sacar esos planes contra viento y marea. Y es que hablamos de personas, no de números en una estadística que nos dice cómo va el empleo en Melilla.